martes, octubre 14, 2008

"El amenazado", de Jorge Luis Borges





Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño atroz.
       La hermosa máscara ha cambiado, pero como siempre
       es la única. ¿De qué me servirán mis talismanes: el
       ejercicio de las letras, la vaga erudición, el aprendizaje
       de las palabras que usó el áspero Norte para cantar sus
       ares y sus espadas, la serena amistad, las galerías de
       la Biblioteca, las cosas comunes, los hábitos, el joven
       amor de mi madre, la sombra militar de mis muertos,
       la noche intemporal, el sabor del sueño?
Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre se
       levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que
       miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la paz.
Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu voz,
       la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo.
Es el amor con sus mitología, con sus pequeñas magias inútiles.
Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
(Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Me duele una mujer en todo el cuerpo.








en El oro de los tigres, 1972.









3 comentarios:

anais dijo...

Gracias por Borges!

Siempre es un placer leerlo, y releerlo, y releerlo, y releerlo...

Desde la madrugada porteña,
anais.

V i l l a v i c e n c i o dijo...

Besos Anais, siempre.

JC

Luis I. Rodríguez B. dijo...

La lectura de J. L. Borges conlleva amor a las letras y a la filosofía. Hay que aprender a esclarecer su laberinto.