domingo, agosto 03, 2008

“Libro de horas”, de Miguel Torga







Aquí, ante mí,
Yo, pecador, me confieso,
De ser así como soy.
Me confieso de lo bueno y lo malo
Que van al timón del barco
En esta deriva en que me voy.

Me confieso
Poseído
De virtudes teologales,
Que son tres,
Y de los pecados mortales,
Que son siete,
Cuando la tierra no repite,
Que son más.

Me confieso
El dueño de mis horas.
El de las cuchilladas ciegas y rabiosas
Y el de las ternuras lúcidas y mansas.
Y de ser de cualquier modo
Andanzas
Del mismo modo.

Me confieso de ser charco
Y luna de charco, mezclado.
De ser la cuerda del arco
Que lanza flechas arriba
Y debajo de mi altura.

Me confieso de ser todo
Que pueda nacer en mí.
De tener raíces en el suelo
De ésta mi condición.
Me confieso de Abel y de Caín.

Me confieso de ser hombre,
De ser un ángel caído
De tal cielo que Dios gobierna;
De ser un monstruo salido
Del hoyo más hondo de la caverna.

Me confieso de ser yo,
Yo, tal cual como vine,
Para decir que soy yo
¡Aquí, ante mí!









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