martes, marzo 25, 2008

"The Truman Show", de Andrew Niccol

Fragmento final



De pronto, se hace la oscuridad. Vientos violentos y lluvia horizontal azotan el barco. Truman lucha con el timón. Vientos huracanados sacuden el mástil y la quilla, destrozan las velas.

De repente, un rayo alcanza el mástil. Los cordajes se parten y Truman cae por la borda. Consigue agarrarse a una cuerda del mástil y se iza a bordo poco a poco. Truman coge la cuerda y se ata al timón.

Olas monstruosas sumergen sin cesar el barco. Con los cordajes restantes, Truman continúa hacia el corazón de la tormenta.

TRUMAN (Chillando al cielo, hasta hacerse oír por encima de la tormenta): Hey, ¿es lo mejor que sabes hacer? ¡Tendrás que matarme!

Al contrario que sus colegas, presas del pánico, Christof aparenta una calma total. Sólo nosotros vemos la minúscula gota de sudor en su sien que le traiciona.

SIMEON (Impresionado al ver a Truman atarse al barco): ¿Ha perdido el juicio?

MOSES (A Christof): En nombre del estudio, exijo que interrumpas la transmisión.

CHRISTOF (Desafiante, a los operadores): ¡Sigan transmitiendo!

MOSES: No eres tú quien debe decirlo.

CHRISTOF: Asumo toda la responsabilidad...

MOSES: Te lo digo por última vez.

CHRISTOF (Al operador sentado delante de la pantalla tipo radar): ¿Está muy cerca?

OPERADOR: Mucho.

CHRISTOF: ¡Hazlo volcar!

MOSES (Interrumpiéndole): ¡Por el amor de Dios, Christof!

CHLOE (Incapaz de contenerse, se enfrenta a Christof): ¡No puedes hacerlo! Se ha atado al barco. ¡Se ahogará!

SIMEON (Mirando a Truman en el monitor, impresionado por su valentía): Le da lo mismo.

CHRISTOF (Irritado, a los operadores): ¡Hazlo!

Todos los ojos se vuelven hacia Christof. Ninguno de los operadores quiere tocar los controles. Christof se precipita hacia el panel y lo hace. Conecta al máximo los controles del «oleaje».

Una serie de olas gigantescas surcan en formación el mar, procedentes de un origen invisible.

Las olas arrollan el barco de Truman. Da la impresión de que Truman va a perder su batalla contra la tormenta, pues cada ola sucesiva se estrella contra su cuerpo, le roba energías, sólo la cuerda le mantiene erguido. Su cabeza se derrumba, suelta el timón, pierde el control del velero. La voluntad de Truman está cediendo.
...
A punto de ser vencido por la siguiente ola, Truman aferra el timón con todo su cuerpo y se prepara para la última acometida.

Pero la ola no llega. Un extraño fenómeno está ocurriendo en el mar. Ha aparecido una clara división en el oleaje. Entre las enormes olas se ha abierto un pasillo de aguas más calmas, de varios cientos de metros de anchura, una peculiar vía de escape. El viento y la lluvia también están remitiendo, la oscuridad retrocede. Una neblina se aferra a la superficie del agua. Truman dirige su barco hacia el extraño pasillo.

Varias sombras grandes y oscura emergen sobre el horizonte ¿Tierra? ¿Islas? Da la impresión de que las formas, que albergan un enorme mecanismo, incluido un gigantesco timón, descubierto sólo a medias sobre el nivel del mar, son el origen del peculiar oleaje.

Truman continúa navegando hacia el horizonte lejanísimo. Todo está en calma, hasta que vemos la proa del barco chocar contra una enorme muralla azul. Truman se desploma. Se recupera y se arrastra hacia la proa del barco. Sobre él se cierne un ciclorama de dimensiones colosales. El cielo hacia el que ha navegado no es más que un gigantesco decorado. Truman mira hacia arriba, fuerza la vista para distinguir la cumbre del cielo, pero se curva en un ángulo empinado hasta perderse de vista. Se agarra al barco con una mano y extiende la otra, vacilante, hacia el ciclorama pintado. Toca el cielo. Mira alrededor y ríe.

Christof y su equipo de producción observan la reacción de Truman en un silencio estupefacto.
...
Mientras el barco deriva paralelo a la curva, en apariencia infinita, del ciclorama, Truman desvía su atención hacia el contorno del impecable decorado. Extrae la foto de Sylvia del bolsillo de su abrigo y se arrastra hasta la proa del barco.

Allí, camuflada en el cielo pintado sobre el borde del agua, hay una puerta. Truman agarra el pomo y detiene el barco. Se yergue ante la puerta y cierra los ojos en una oración silenciosa.

Los miembros de la sala de control contemplan en silencio el monitor. Su medio de subsistencia está a punto de desvanecerse. Christof abra un pequeño panel de la mesa, rompe un sello y habla por el sistema de megafonía de emergencia conectado a todo el estudio.

CHRISTOF: ¡Truman!

La voz de Christof resuena sobre el mar, ahora en calma.

CHRISTOF: ¡Truman!

Truman suelta el pomo, como si le hubiera quemado la mano. Mira alrededor.

CHRISTOF (Voz en off): Puedes hablar. Puedo oírte.

Truman tarda un momento en recobrarse de su miedo y asombro.

TRUMAN: ¿Quién eres?

CHRISTOF: Soy el creador.

Truman mira al «cielo».

TRUMAN: ¿El creador de qué?

CHRISTOF (Voz en off): De un programa, que proporciona esperanza, alegría e inspiración a millones de seres.

TRUMAN (Incrédulo): Un programa. Entonces ¿qué soy yo?

CHRISTOF (Voz en off): Tú eres la estrella.

Truman se esfuerza en comprender.

TRUMAN: Nada era real.

CHRISTOF: Tú eras real. Por eso daba tanto gusto verte.

Truman saca la foto mojada de Sylvia, recuerda sus palabras en la playa.

TRUMAN (Para sí): «Los ojos están por todas partes.»

Christof coge un Delgado monitor plano. Da vueltas en su silla y contempla la imagen de Truman, que ahora sostiene en sus manos.

CHRISTOF: Escúchame, Truman...

La cámara enfoca la mano de Truman. La voz de Christof resuena sobre el agua.

CHRISTOF: Si quieres, puedes irte. No intentaremos detenerte. Pero no sobrevivirás ahí afuera. No sabrás qué hacer, adónde ir.

La sombra de una duda aparece sobre el rostro de Truman.

TRUMAN (Refiriéndose a la foto): Tengo un plano.

CHRISTOF: Truman, he sido testigo de toda tu vida. Te vi dar el primer paso, tu primera palabra, tu primer beso. Te conozco mejor que nadie. No vas a salir por esa puerta...

TRUMAN: Nunca pusiste una cámara en mi cabeza.

Truman se vuelva hacia el cielo, mira a Christof.

CHRISTOF: Truman, no existe más verdad ahí fuera que en el mundo que creé para ti. las mismas mentiras y engaños. Pero en mi mundo no tendrás nada que temer.

Truman aparenta meditar en las posibilidades. Mira la foto de Sylvia que sostiene en su mano.

CHRISTOF (Enfurecido de repente): ¡Di algo, maldita sea! ¡Aún sigues ante las cámaras, en directo para el mundo...!
....
Truman abre la puerta del cielo.

Vacila. Tal vez no será capaz de pasarla, al fin y al cabo. La cámara efectúa un lento zoom hacia la cara de Truman.

TRUMAN: Por si no nos vemos... buenos días, buenas tardes y buenas noches.

Atraviesa la puerta y desaparece. Silencio.






1998





1 comentario:

Enteogénesis dijo...

Esta bueno este post... aunque con algunas pifias ortográficas... cinco merendinas para villavicencio...