sábado, enero 05, 2008

“¿Dónde está mi amigo?, o cuando Bruce ‘The Boss’ Springsteen era del albo”, de Ramón Oyarzún





S
i acaso jacob preguntara habría de responder como lo hacía siempre, terminando la oración con un “charimbasbimbaspimbasbimbas”, que no tenía otra explicación posible que su afán compulsivo por escribir desnudo bebiendo afrodisiacos, emular a frank, abusar de los entactógenos, trasnochar, hurgarse la nariz, ser desleal en un concepto muy restringuido de lealtad y pensar con fe ciega en las posibilidades transformativas de la lectura y de la literatura, lo que significaba por un lado un contramovimiento de vanguardia que negaba y se hacía cargo de la producción innegable de Homero en adelante, pasando por el grupo uf!, los memoriales escritos en colaboración del colectivo en las décadas del veinte y treinta, la poesía diletante y la academicista. Sin embargo -sólo porque gusto de esta palabra o conflagración- no bastaba instalarse como heredero bolañito, tomar manzanilla el tercer día de borrachera y pretender la compostura de la caña, o del cuento, o de la lesión eterna, de la fractura neuronal, la adicción patológica, la amistad a prueba de todo, la fama farandulera y hasta ahí que ahora otros menesteres abren brecha y tarde. Y perduran de tarde en tarde a pesar de cierto acto de fe en la impermanencia, acto que requirió mayor fe que aquel de lanzarse a donde las personalidades se perdían y antes ya se habían perdido como esas revoluciones-guerras que empezaron el siglo 20 en plena Era del despertar de la Nueva Era y cualquiera creía en el centésimo macaco o en Sheldrake y los campos morfogenéticos, imposible no creer esto tomando etiqueta verde y rayo verde y líneas verdes y todo reverdecía ese día, después de la asociación libre freudiana vendrían las variaciones sicoanalíticas irreconciliables y la integralidad transpersonal de la nueva sicología enteocognotivista, teleognómica, los grupetes del potencial humano y la fe se habría de despertar en todos los pequeños ávidos de transformación o en todos los sujetos de ser memenizados, suceptibles de compartir átomos en una promiscuidad micromolecular impensable hasta para el sade más desvaído que sin embargo era una promiscuidad intrasíquica imperceptible y con la aparición de la confabulación índigo se volvió todo más sagrado y más vertiginoso en cada día y en cada tiempo despertaron infinitos seres despiertos a la iluminación profunda, insuperable, verdadera y completa porque cada segundo era tiempo que no había para perder y cada instante contenía todo y estaba pleno y perfecto y las vías de entrada a la comprensión de esta perfección se hicieron tan transitadas que a pesar de todas las predicciones se pudo conocer las décadas de la medianía como las del taco espiral hasta que el mundo en torbellinos y tormentas mutó de escuela en paraíso de realización y quién que era no era poeta, músico, místico, iluminado, artista, integral, sanador, aprendiz, practicante y maestro, sobrellevando la inmensa pena del agua que cubrió a los cientos de millones que no alcanzaron a escapar, huir o fluir; dejarán el cuarto mundo y repartirán amor y bondad infinita en el cosmos hasta que llegue el momento de encarnar como un quinto mundo en alguna nota armónica de coincidencia auspiciosa entre el cometa-mente y el quinto cuerpo celeste y entonces habrán de nuevo los poetas escribiendo sus veintiún mejores y más grandes poemas de amor romántico a la inspiración del atardecer de la juventud y la eternidad de la existencia y seguro que por esas casualidades que a veces llamamos fallas en la matriz o coexistencia coincidente, tiempos cruzados, dimensiones en colisión, o algo así, un taller uf! alineará esta vez como equipo de básquetbol amateur, un presidente será técnico de un equipo campeón de la Libertadores y en pequeñas repúblicas surgirán grupos de genios científicos estilo la Budapest de principios del veinte con Ciorán, los Ionesco, Eliade y esta vez el famoso aforista Miquelu Angelescu y el semiólogo Mellescu, o la Frankfurt de los cafés y los grupos donde además de Adorno, Horkhaimmer, Habermas estará Gabarrochecks y un Goicoleiov tal vez en Praga o junto a los formalistas en Moscú que esta vez debiera ganar la guerra fría para pasar a fenómenos apasionantes como la guerra de los vodka o la globalización del consumo de pgp, calostro y sistema en vez de aspirina cocacola y jogging; si ese universo paralelo no existe ya ahora sí lo hace y procedamos a contar que las infinitas diferencias mínimas bastan para solventar este cuento que nunca debió haber sido escrito y que sin embargo la duda lo sotiene, porque, como preguntaba Bogumil Jasinowsky, o más fulanamente aquel compositor de títulos ¿qué hay que no esté de Virus a Heiddeger?, y para responder al aforismo baste el libro de las citas citables, mejor un limerick, Lucio Anneo Séneca o el tratado sobre las piedras de Teofrasto que todavía estoy leyendo en resúmenes de internet. En ese paralelo de similitudes del que también somos sombras o símiles, sin caer en los vicios eternalistas, nihilistas ni ambos, hágase eco una historia contada por un cuentahistorias que es como se me place terminar. Este cuentahistorias que podemos llamar Charli y que resulta hijo de un cuentahistorias y nieto de un cuentahistorias y así hasta que se olvida el origen del linaje en el que probablemente lleguemos a un pastor o agricultor que también contaba historias, fue condenado a muerte por ser descendiente del profeta en épocas en que se condenaba a todos los descendientes del profeta a muerte por decapitación acusados de la herejía de pretender una continuidad sanguínea directamente rastreable hasta los ángeles y el cuenta historias se presentó voluntario ante el rey, que viendo su gesto noble y valiente, pensándolo estúpido más bien, lo dejó ir sin ser encadenado a visitar al verdugo que por esos días estaba muy ocupado y podía competir con Ned Dennis en cortar más cabezas en menos tiempo, sólo que a este no se le había perdonado para que pudiera trabajar y tampoco se le perdonaría el error groso que iba a cometer puesto que entre los árabes no faltarán nunca aspirantes a verdugos, así como entre los judios no faltará nunca “el amigo palestino”, y entre los latinos no falta nunca el “yo jugué (semi) profesionalmente a la pelota”, y Charli llegó sin cadenas, apenas escoltado por un guardia al que a la entrada del cadalzo le dijo: “déjame hasta aquí, he venido solo, no necesito que me acompañes adentro”, y lo dijo con tal vehemencia y con el orgullo que sólo un árabe puede tener frente a la muerte, que es diferente al orgullo de un japonés porque en el japonés es más deber nacional y en el árabe embriaguez cósmica, por lo que el guardia le dejó, además estuvo contento de aliviarse de su misión un poco antes, saliendo temprano de la pega como cualquier buen oficinista haría si se le presenta la oportunidad a menos que ese oficinista fuera pessoiano y le diera por quedarse siempre hasta la hora justa pero eso es cuestión que hacen los portugueses por la saudade, los santiaguinos por el smog y los gringos por aburridos, pero este guardia era árabe y tendría algún té que tomar y algo que fumar entre amigos antes de llegar a casa, a sus mujeres e hijos, e historias increíbles que habría de contar a sus hijos sobre todo esta del cuenta historias, entonces de nuevo Charli entró voluntario ante el verdugo que le miró cansado y feliz mientras comprobaba el filo de su hacha con un pelo de camello, y me pregunto inevitable si ese aforismo del rico y el camello entrando al reino de los cielos y enhebrándose en una aguja respectivamente no tendrá que ver más con la afirmación de Demócrito sobre los megarenses mentirosos o con dar al César lo que es del César y presentarse como megarense y como rey de reyes al tiempo. Y sí, la variación de Cervantes es más interesante por cuanto el final es necesario, fatal para quien propone y para quien lea o lee o a estas alturas, desde acá, no interesa porque estaba antes y falló el ver -(b/l/y)- o.








Texto leído en Taller Uff! 11º Aniversario, 20 de diciembre 2007









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