jueves, enero 24, 2008

"Ácido sulfúrico", de Amelie Nothomb

Fragmento



Aquella noche, Pannonique, aún bajo los efectos de su arrebato, dormía con un sueño agitado que se interrumpía constantemente. El más mínimo ruido la sobresaltaba y se tranquilizaba como podía, abrazando su delgado cuerpo con firmeza.

De repente se despertó y vio cerca de ella a Zdena que la devoraba con la mirada. Ésta tuvo el reflejo de taparle la boca con la mano para ahogar su grito. Le hizo señas para que la siguiera de puntillas. Una vez fuera del barracón, al aire libre, Pannonique murmuró:

-¿Viene a verme a menudo mientras duermo?
-Es la primera vez. Te juro que es verdad. No tengo motivos para mentirte, estoy en el lado de los fuertes.
-¡Como si los fuertes no mintieran!
-Miento mucho. A ti no te miento.
-¿Qué quiere?
-Decirte algo.
-¿Y qué quiere decirme?
-Que estoy de acuerdo contigo. Los espectadores son unos cabrones.
-Eso ya me lo ha dicho. ¿Para eso ha venido a molestarme?

Pannonique se sorprendía por la insolencia de su propio tono. No podía evitarlo.

-Quería hablar contigo. No hemos tenido ocasión de hacerlo.
-Quizá porque no teníamos nada de lo que hablar.
-Tengo cosas que contarte. Me has abierto los ojos.
-¿Respecto a qué? -preguntó Pannonique con ironía.
-Respecto a ti.
-No me apetece ser un tema de conversación -dijo la joven, e hizo gesto de alejarse.

La kapo la agarró con un brazo mucho más musculoso que el suyo.

-Tú eres mucho más que tú. No temas nada. No quiero hacerte daño.
-Hay que elegir el bando al que perteneces, kapo Zdena. Si no está en el mío, es que quiere hacerme daño.
-No me llames kapo Zdena. Llámame Zdena a secas.
-Mientras sea usted quien es, la llamaré kapo Zdena.
-No puedo cambiar de bando. Me pagan por ser kapo.
-Atroz argumento.
-Quizá me equivoqué al aceptar convertirme en kapo. Pero ahora que lo soy, es demasiado tarde.
-Nunca es tarde para dejar de ser un monstruo.
-Si soy un monstruo, no por cambiar de bando dejaré de serlo.
-Lo que es más monstruoso en usted es la kapo, no Zdena. Deje de ser kapo y dejará de ser monstruosa.
-Lo que propones es imposible. Hay una cláusula en el contrato de los kapos: si dimitimos antes del final de nuestro año de trabajo, nos convertimos inmediatamente en prisioneros.

Pannonique pensó que quizá mentía. No importaba, no tenía modo de verificar sus afirmaciones.

-¿Cómo pudo firmar un contrato semejante?
-Era la primera vez que alguien me quería para algo.
-¿Y eso le basta?
-Sí.

«Una pobre chica en todos los sentidos del término», pensó Pannonique.

-Seguiré trayéndote chocolate. Toma, te he traído pan de mi cena.

Le tendió un panecillo redondo y dorado, algo muy distinto a la horrible hogaza endurecida de las comidas de los detenidos. La joven miró el pan y se le hizo la boca agua. El hambre venció al miedo: lo agarró y lo devoró con ansia. La kapo la contemplaba con satisfacción.

-¿Qué quieres ahora?
-La libertad.
-Eso no puedo ponérselo a escondidas en el bolsillo de alguien.
-¿Cree que es factible escaparse?
-Imposible. El sistema de seguridad es infranqueable.
-¿Y si usted nos ayuda?
-¿Cómo que nos? Es a ti a quien quiero ayudar.
-Kapo Zdena, si sólo me ayuda a mí, no dejará de ser un monstruo.
-No me fastidies con tu moral.
-La moral es útil. Impide crear programas como Concentración.
-Entonces ya ves que no funciona.
-Podría funcionar. Este programa podría interrumpirse.
-¿Estás loca? Es el mayor éxito de la historia de la televisión.
-¿De verdad?
-Cada mañana miramos los índices de audiencia del día anterior y es para caerse de espaldas.

Pannonique se calló de desesperación.

-Tienes razón: los espectadores son basura.
-Eso no la exime, kapo Zdena.
-Soy menos monstruosa que ellos.
-Demuéstrelo.
-No veo Concentración.
-Tiene sentido del humor -chirrió Pannonique, asqueada.
-Si te liberara poniendo en peligro mi vida, ¿sería una prueba?
-Si sólo me libera a mí, no estoy segura.
-Lo que me pides es imposible.
-Si actúa poniendo en peligro su vida, por lo menos intente salvarlos a todos.
-Ése no es el problema. Los otros no me interesan, eso es todo.
-¿Y ésa es una razón para no liberarlos?
-Por supuesto. Porque si te liberara a ti, no sería en vano.
-¿Qué quiere decir con eso?
-Habría un precio. No voy a arriesgar mi vida a cambio de nada.
-No comprendo -dijo Pannonique poniéndose visiblemente rígida.
-Claro que comprendes. Me comprendes perfectamente -dijo Zdena buscando su mirada.

Pannonique se tapó la boca con la mano, como para impedirse vomitar. Esta vez la kapo no intentó retenerla.






2005









2 comentarios:

anais dijo...

Hoy, 24 de enero, se cumplen cuarenta años de la muerte de Oliverio Girondo.

Para recordarlo, les dejo uno de sus maravillosos poemas:

¡TODO ERA AMOR!

¡Todo era amor... amor!
No había nada más que amor.
En todas partes se encontraba amor.
No se podía hablar más que de amor.
Amor pasado por agua, a la vainilla,
amor al portador, amor a plazos.
Amor analizable, analizado.
Amor ultramarino.
Amor ecuestre.
Amor de cartón piedra, amor con leche...
lleno de prevenciones, de preventivos;
lleno de cortocircuitos, de cortapisas.
Amor con una gran M,
con una M mayúscula,
chorreado de merengue,
cubierto de flores blancas...
Amor espermatozoico, esperantista.
Amor desinfectado, amor untuoso...
Amor con sus accesorios, con sus repuestos;
con sus faltas de puntualidad, de ortografía;
con sus interrupciones cardíacas y telefónicas.
Amor que incendia el corazón de los orangutanes,
de los bomberos.
Amor que exalta el canto de las ranas bajo las ramas,
que arranca los botones de los botines,
que se alimenta de encelo y de ensalada.
Amor impostergable y amor impuesto.
Amor incandescente y amor incauto.
Amor indeformable. Amor desnudo.
Amor-amor que es, simplemente, amor.
Amor y amor... ¡y nada más que amor!

dscntxt-3 dijo...

saludos al buen oliverio...