domingo, octubre 07, 2007

"Apariciones", de Ramón Oyarzún







Me voy a casar. Todo hombre en algún momento se mira al espejo, enamorado, ilusionado, engañado, timorato, niño, machote, paterfamiliis, se mira al espejo valioso y por un lado sabe que ese reflejo es menos y más que él, igual, distinto, distante, conocido, cercano, ajeno, otro. el reflejo le devuelve una imagen prístina y pura, mediatizada, una imagen imbricada con su vida y su circunstancia, su fé, su amor. La mayor aspiración de cualquier ser sintiente es comprometerse por el bienestar de los demás, y yo, perticularmente, me comprometo al bienestar regio de una persona en particular que desde un momento preciso que se marca en una ceremonia única estará en mi espejo, mirando en profunda intimidad al niño, al hombre, al viejo, al abismo, a ése que no está, a esto que no pasa y que es maravilloso desde su plenitud vacía.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó la imagen elegida para el texto,...