viernes, agosto 17, 2007

"Una postal del Titicaca", de Antonio Cisneros

Una de "Cuatro historias cerveceras"







1981, año del Señor. En uno de mis viajes por el reino del Perú me topé en Puno con un antiguo amigo, el poeta Omar Aramayo. Omar es tan puneño que el teléfono de su casa es el segundo que se instaló en la ciudad, después del de la Corte Superior. Y tuvimos a bien celebrar nuestro encuentro, a tres mil ochocientos metros de altura, bajo la sombra protectora de unas buenas botellas de cerveza.


Hablamos de lo humano y lo divino, hasta que llevados por alguna imagen de Fellini, o la simple locura, decidimos que beber entre cuatro paredes era muy poca cosa para el entusiasmo que nos embargaba. Fue entonces que pusimos proa hacia la orilla más despoblada del lago Titicaca. Allí, Omar, con algunas artimañas en lengua aimara, hizo que de una tienducha nos sacaran una mesa y un par de sillas, amén de las correspondientes botellas de cerveza, para acomodarnos en el límite exacto donde acaba la tierra y comienzan las aguas.


El sol del altiplano caía a plomo sobre los brindis. Los dos amigos, y su escenografía diminuta, fueron en un instante devorados, o tal vez homenajeados, por la sagrada inmensidad del lago.







en Ciudades en el tiempo, crónicas de viaje






1 comentario:

Anónimo dijo...

Exquisito texto... me gusta Puno, me gusta la cerveza, me gustó Antonio Cisneros..

Gracias !!