Abdelrahim Mahmoud
En la poesía palestina, el tema recurrente, es el grito de dolor ante la muerte, la expulsión y el sacrificio en tierras lejanas. La poesía palestina conlleva de forma implícita, la historia de vida de todo un pueblo expulsado de cuajo de su propia tierra y la de sus antepasados, pueblo que vive añorando el regreso. Cuando poetas palestinos como Darwish, Zayyad, Al Qasim o Touqan, rememoran la tierra madre recurriendo a la frase, "desde la otra orilla" , en clara alusión al río Jordán, es sinónimo claro y conciso de la voluntad de volver al lugar de donde fueron expulsados.
Fadwa Touqan escribe para los combatientes palestinos que luchan contra la ocupación extranjera, en su poema “Siempre Vivo” dice: Del temblor de la vida y de la muerte surgirá en ti la vida nuevamente, en alusión a la tierra que nos vió nacer del vientre de nuestras madres, y al igual que ellas, nos amamantó, como escribiese Salem Jubran: y teniendo yo hambre, un extraño mame de ella. Palestina representa aquí la madre tierra, violentada y ultrajada, pero es también la esperanza del retorno y el renacer.
La expresión poética palestina se afianza con el dolor del exilio, y holocausto, en el constante devenir de los refugiados, en su larga espera, como cuando el poeta Tawfik Zayyad escribe en el poema “Puente de vuelta”: y de mi carne, levantaré el puente de nuestra vuelta, en las dos orillas. Lluis Llach, dice en el poema “Palestina”: De tus campos de piel morena arrancan los árboles / como si así desarraigaran tu mañana. / Entierran a tus hijos cuando aún sonríen / esperando convertir tu vientre en un yermo. / Cuando hieren tus brazos el odio se hace fascismo: / los golpean quienes escarnecen su pasado.
En la poesía palestina, se mantiene latente el dolor del destierro y exilio, con todas las implicancias por lo que forzosamente se deja atrás. Así en “Carta de la Plaza de los cesantes”, expresa Samih Al- Qasim: Tal vez pierda, como pretendes, mi sustento. / Tal haya de poner a la venta mis ropas y mis muebles. / Tal vez tenga que trabajar como cantero, / como mozo de cuerda o barrendero / Tal vez insulte un niño, y una niña, / a mi pueblo y mi padre. / Tal vez mi historia la falsee un cobarde, / y transforme en arañas mis corderos. / Tal vez dejes privados a mis hijos de su traje de fiesta. / Tal vez a mis amigos les engañes con un rostro prestado. / Tal vez alces, rodeándome, / muros, muros y muros. / Y tal vez contra viles visiones crucifiques.
La poesía palestina se transforma en otro frente de resistencia a la ocupación militar extranjera y la injusticia generada de tal situación, como dice Nizar Qabbani en “Carteles sobre los Muros de Israel”: No haréis de nuestro pueblo / un pueblo de pieles rojas, / pues nosotros nos quedamos aquí... Agrega Tawfiq Zayyad, en “No nos iremos”: Bebeos el mar, / que aquí permanecemos. / ¿La firme resistencia? : Con los dientes / defenderé cada palmo de tierra de mi patria, / con los dientes.
Palestina es la llama encendida en el corazón de cada hijo de la invulnerable tierra, no invocaremos en nuestra narrativa maldiciones a quien nos somete y oprime al tortuoso exilio, sino que de nuestras mejores armas, de la pluma y las hojas, inyectamos en nuestro pueblo la esperanza de una vida menos dura y más libertaria, y aunque en la cruz de la indolencia nos crucifiquen y en la hoguera de la injusticia no nos dejen respirar, ténganlo por seguro que en algún lugar del mundo, donde algún palestino aún respire, habrá una pluma y una hoja de papel combatientes que mostrarán al mundo el amor por nuestra tierra, como escribieran Samih Al Qasem,y Mahfud Massis: Hasta el último pulso de mis venas, resistiré. Hasta que se me acabe el aire en los pulmones, resistiré. Hasta sentarme en mi patio y observar mi atardecer, resistiré.
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