jueves, mayo 24, 2007

“Cartas desde la Montaña de Kaf”, de Qamar bint Sufan


Carta 1



Hermanos míos, durante los días pasados, han soplado los vientos fríos del norte. El frío en la noche ha barrido furiosamente estas tierras. Las pocas hierbas que habían brotado los días anteriores han amanecido agostadas.

Ésta mañana, el pájaro Simurgh voló sobre nuestras cabezas, su sombra se extendía, al frente, hasta el horizonte, a nuestra espalda, hasta el otro horizonte, incluso más allá. La soledad también se extiende. ¿Es la soledad un refugio seguro o es el báculo del caminante? Aislados del mundo, solos en nosotros mismos, extranjeros en este orbe y sin embargo partes de él, nos refugiamos en nuestra propia sombra. Desde nuestra unificación, nosotros somos solamente nosotros y a la vez somos otros muchos. Esperamos y deseamos que no lo comprendáis, que no ocupéis vuestra razón y vuestro intelecto en tratar de explicar el perfume de la rosa. No perdáis el tiempo. Si os ocupáis en el análisis del amor: ¿quién amará? Si buscáis los componentes químicos del perfume: ¿quién se embriagará? Un estudioso debe situarse fuera del objeto de su estudio. Si eres un marino, no eres una gota de agua, pero si te conviertes en una gota de agua, jamás podrás naufragar. Si eres un grano de arena, el viento te llevará por todos los desiertos y todos lo oasis, conocerás la esencia de lo seco y de lo húmedo, porque serás parte de ello.

No estudiéis la esencia porque es inabarcable. Uníos a ella y la conoceréis con el corazón. Donde las palabras de vuestra lengua no lleguen, llegará la vibración de vuestro ser interno.

Nos preguntáis por el lugar donde podréis encontrar vuestros nombres perdidos, aquellos que os han sido otorgados y no recordáis. Os respondemos. Buscad el pájaro Simurgh. Buscadlo sin descanso porque él custodia la llave del libro donde se anotaron. Sólo cuando lo encontréis recobraréis vuestro Nombre.

Si sois buscadores de enigmas, estáis perdidos. Los enigmas no existen para el conocedor. Para el ignorante todo es un enigma.

Hay gentes que no conociéndose a sí mismas buscan desesperadamente un lugar donde poder ubicarse. A pesar de sus rectas intenciones ¿cómo encontrarán el camino justo si no saben hacia donde quieren ir? Sus corazones no descansan, corriendo inútilmente entre peligrosos precipicios y valles perfumados que apenas ven. El desorden de sus corazones los hace sordos para la Llamada y mudos para la Palabra. El peor viajero es aquel que carga su bolsa con cien mil objetos inútiles que le impiden avanzar.

En las laderas hemos plantado rosales y hermosas viñas. Aquellos viajeros que llegan a estos jardines se maravillan a la vista de la vid y con la contemplación de las rosas. El perfume de la rosa y el sabor del vino, lo traen ellos consigo. El viajero que llega a la montaña es un constructor a las órdenes del Arquitecto. El maestro de obras nos dirige sabiamente, e incansables reforzamos las laderas.