Pablo: Las grandes ocupaciones de esta plaza en que me tiene ocupado su majestad no me han dado lugar a hacer esto, que si algo tiene de malo el servir al rey, es el trabajo aunque le desquita con esta negra honrilla de ser sus criados. Pésame de daros nuevas de poco gusto. Vuestro padre murió ocho días ha con el mayor valor que ha muerto hombre en el mundo; dígolo como quien le guindó. Subió en el asno sin poner pie en el estribo; veníale el sayo baquero que parecía haberse hecho para él, y como tenía aquella presencia, nadie le veía con los cristos delante que no lo juzgase por ahorcado. Iba con gran desenfado mirando a las ventanas y haciendo cortesías a los que dejaban sus oficios por mirarle; hízose dos veces los bigotes; mandaba descansar a los confesores, e íbales alabando a lo que decían bueno. Llegó a la de palo, puso él un pie en la escalera, no subió a gatos ni despacio, y viendo un escalón hendido, volvióse a la justicia y dijo que mandase aderezar aquél para otro, que no todos tenían su hígado. No sabré encarecer cuán bien pareció a todos. Sentóse arriba y tiró de las arrugas de la ropa atrás; tomó la soga y púsola en la nuez, y viendo que el teatino lo quería predicar, vuelto a él le dijo: "Padre, yo lo doy por predicado, y vaya un poco de credo y acabemos presto, que no querría parecer prolijo". Hízose ansí. Encomendóme que le pusiese la caperuza de lado y que le limpiase las barbas; yo lo hice así. Cayó sin encoger las piernas ni hacer gestos; quedó con una gravedad que no había más que pedir. Hícele cuartos y dile por sepultura los caminos; Dios sabe lo que a mí me pesa de verle en ellos haciendo mesa franca a los grajos, pero yo entiendo que los pasteleros desta tierra nos consolarán, acomodándole en los de a cuatro. De vuestra madre, aunque está viva ahora, casi os puedo decir lo mismo; que está presa en la Inquisición de Toledo, porque desenterraba los muertos sin ser murmuradora. Dícese que besaba cada noche a un cabrón en el ojo que no tiene niña. Halláronla en su casa más piernas, brazos y cabezas que a una capilla de milagros, y lo menos que hacía era sobrevirgos y contrahacer doncellas. Dicen que representará en un auto el día de la Trinidad, con cuatrocientos de muerte; pésame, que nos deshonra a todos, y a mí principalmente, que al fin soy ministro del rey y me están mal estos parentescos. Hijo, aquí ha quedado no sé qué hacienda escondida de vuestros padres; será en todo hasta cuatrocientos ducados; vuestro tío soy, lo que tenga ha de ser para vos. Vista ésta, os podréis venir aquí, que con lo que vos sabéis de latín y retórica seréis singular en el arte de verdugo. Respondedme luego, y entretanto, Dios os guarde.
De Historia de la Vida del Buscón
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