¿Es posible que Ella me haga perdonar las ambiciones continuamente aplastadas -que un fácil fin repare los años de indigencia-, que un día de triunfo nos adormezca sobre el rubor de nuestra ineptitud fatal?
(¡Oh palmas! ¡Diamante! ¡Amor, fuerza! ¡Más alto que todas las alegrías y glorias! -de todas las formas, en todas partes, demonio, dios, ¡juventud de este ser aquí: yo!).
Que los accidentes de magia científica y los movimientos de fraternidad social sean queridos como restitución progresiva de la franqueza primera...?
Pero la Vampira que nos vuelve gentiles nos ordena divertirnos con lo que nos deja, o que de lo contrario seamos aún más bufonescos.
Rodar a las heridas, por el aire cansado y el mar; a los suplicios, por el silencio de las aguas y de los aires mortíferos; a las torturas que ríen, en su silencio, atrozmente espumoso.
Rodar a las heridas, por el aire cansado y el mar; a los suplicios, por el silencio de las aguas y de los aires mortíferos; a las torturas que ríen, en su silencio, atrozmente espumoso.
Fotografía: Carjat, 1871
1 comentario:
waaa, increible rimbaud, un poeta maldito que nos hace re preguntarnos todo de nuevo, , nos muestra la vida desde el tormento, muy muy muy bueno, quizas mi favorito, ja.
y la alquimia del verbo¿
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