La insanidad consiste en hacer lo mismo una y otra vez
y esperar resultados distintos.
Albert Einstein
Acorralado por su propia fallida estrategia, Bush continúa cayendo por el abismo de sus propios errores. El triunfo de los demócratas –o mas bien dicho– la derrota de los republicanos en las elecciones parlamentarias de noviembre marcó el inicio de una asolapada claudicación política –por lo menos en el plano internacional– en la cual Bush intenta buscar una salida honorable a un derrota miserable, traspasando sus equívocos con sus respectivos costos al resto de nosotros.
Si la Casa Blanca pusiera un anuncio en su ventana este diría: “Se buscan ideas nuevas. El Presidente ha fracasado pero igual se busca una nueva estrategia para aquel difícil país, una estrategia de salida honorable, de victoria en medio de la derrota. Si a usted se le ocurre algo, pase a hablar con el Presidente (Se prefieren las mismas ideas pero dichas de otra forma.)”.
El proceso de “consultas” en la cual Bush se encuentra enfrascado desde ya hace mas de tres semanas es una mas de sus constantes desfachateces: traspasar el legado de sus errores y estupideces al resto de la población; un intento de ganar tiempo transfiriendo su exclusiva responsabilidad al resto de la ciudadanía. A su vez, la movida puede fácilmente leerse como una trampa política destinada especialmente a los demócratas para que estos “asuman” también el costo político, moral y militar de la derrota en Irak.
Le quedan menos de dos años. La estrategia principal de Bush es ganar tiempo cortejando a los demócratas y perfilándose –en el medio de sus desastrosas políticas nacionales e internacionales– como el hombre del medio, del centro, de la reflexión, que escucha con detención a “todos” los sectores, que “reflexiona profundamente” antes de tomar una decisión.
La testarudez con la sensatez. La ruta de una supuesta victoria en Irak no pasa por el Pentágo en Washington, aquel escabroso camino pasa principalmente por Irán, Siria y Palestina. Pero el Presidente no lo entiende y por eso no le ha sido fácil. El Grupo de Estudio sobre Irak, se lo dijo en su propia cara: es una derrota y solo queda una salida “honorable” por la puerta de la diplomacia internacional.
Además otro grupo de militares y expertos con el cual Bush se reunió el 11 de diciembre en la Casa Blanca no solo le dijo que la situación en Irak era grave sino que de pasadita le dijeron que gran parte del problema era su propio equipo de seguridad nacional: los neo-cons que vieron en la invasión a Irak la oportunidad para asentar de una vez por todas el imperio militar indiscutible en la región.
Pero con los grupos de discusión y las consultas a alto nivel hasta ahora realizadas el tiro le ha salido por la culata. Casi nadie –exceptuando un puñado de fieles que no quieren perder el empleo– le ha dicho lo que quería que le dijeran. Fue tal la decepción de escuchar tanta “cruda” realidad que se vio obligado a postergar su discurso de “a new way forward” de diciembre hasta el próximo enero.
Tras la derrota, la algarabía semántica –reflejo de la desesperación– se desmorona. Su política de “mantener el rumbo” fue desbaratada. Luego, la de “mantener el rumbo pero cambiar de táctica” también fue vencida. Ahora el aparataje propagandístico de la Casa Blanca apareció con un nuevo término “el nuevo camino hacia adelante.”
El Presidente insiste en una salida que contemple la “victoria.” Pero el problema radica en que ni siquiera el mismo ha sido capaz de definir la “victoria” en Irak.
A medida que pasa el tiempo hasta llegar al discurso de enero 07 –y lamentablemente para los irakíes, los musulmanes y el resto del mundo amante de la paz– se esta creando un consenso generalizado entre los grupos en el poder y un sector importante de demócratas que, cualquiera sea la próxima estrategia de turno que el terco Presidente anuncie en enero, se necesita enviar mas tropas.
Incluso el Pentágono todavía contempla el triunfo militar: una salida tipo “Faluja,”con un aumento de tropas para una supuesta ofensiva final que sería catastrófica para el pueblo irakí. Aislar políticamente a la oposición en Irak, entre ellos al clérigo Muqtada al Sadr para luego propinar un rápido y mortal castigo militar a sus fuerzas. Ubicar la cabeza política de la oposición más conflictiva y cortarla.
El American Enterprise Institute, una organización ultra-derechista que prácticamente a diseñado la invasión y guerra en Irak ya lo ha dicho. En su reciente “plan para la victoria en Irak” este think tank ha propuesto el envío de siete brigadas y regimientos para iniciar nuevas operaciones de seguridad que fortalezcan al gobierno irakí. Esta claro, cuando hablan de “seguridad” quieren decir aumentar la guerra para demostrar el poderío militar estadounidense en la región.
En enero Bush podrá decir en su teatral discurso, que después de escuchar al país, a los demócratas y a docenas de expertos, tiene una nueva propuesta que será “el nuevo camino hacia adelante” hacia una “victoria” que será muy a lo estadounidense, es decir una derrota honorable.
Lo que por seguro no podrá decir es que ha escuchado al pueblo más importante del dilema, al pueblo que vive fuera de la segura zona verde de Bagdad, al pueblo irakí.
Si la Casa Blanca pusiera un anuncio en su ventana este diría: “Se buscan ideas nuevas. El Presidente ha fracasado pero igual se busca una nueva estrategia para aquel difícil país, una estrategia de salida honorable, de victoria en medio de la derrota. Si a usted se le ocurre algo, pase a hablar con el Presidente (Se prefieren las mismas ideas pero dichas de otra forma.)”.
El proceso de “consultas” en la cual Bush se encuentra enfrascado desde ya hace mas de tres semanas es una mas de sus constantes desfachateces: traspasar el legado de sus errores y estupideces al resto de la población; un intento de ganar tiempo transfiriendo su exclusiva responsabilidad al resto de la ciudadanía. A su vez, la movida puede fácilmente leerse como una trampa política destinada especialmente a los demócratas para que estos “asuman” también el costo político, moral y militar de la derrota en Irak.
Le quedan menos de dos años. La estrategia principal de Bush es ganar tiempo cortejando a los demócratas y perfilándose –en el medio de sus desastrosas políticas nacionales e internacionales– como el hombre del medio, del centro, de la reflexión, que escucha con detención a “todos” los sectores, que “reflexiona profundamente” antes de tomar una decisión.
La testarudez con la sensatez. La ruta de una supuesta victoria en Irak no pasa por el Pentágo en Washington, aquel escabroso camino pasa principalmente por Irán, Siria y Palestina. Pero el Presidente no lo entiende y por eso no le ha sido fácil. El Grupo de Estudio sobre Irak, se lo dijo en su propia cara: es una derrota y solo queda una salida “honorable” por la puerta de la diplomacia internacional.
Además otro grupo de militares y expertos con el cual Bush se reunió el 11 de diciembre en la Casa Blanca no solo le dijo que la situación en Irak era grave sino que de pasadita le dijeron que gran parte del problema era su propio equipo de seguridad nacional: los neo-cons que vieron en la invasión a Irak la oportunidad para asentar de una vez por todas el imperio militar indiscutible en la región.
Pero con los grupos de discusión y las consultas a alto nivel hasta ahora realizadas el tiro le ha salido por la culata. Casi nadie –exceptuando un puñado de fieles que no quieren perder el empleo– le ha dicho lo que quería que le dijeran. Fue tal la decepción de escuchar tanta “cruda” realidad que se vio obligado a postergar su discurso de “a new way forward” de diciembre hasta el próximo enero.
Tras la derrota, la algarabía semántica –reflejo de la desesperación– se desmorona. Su política de “mantener el rumbo” fue desbaratada. Luego, la de “mantener el rumbo pero cambiar de táctica” también fue vencida. Ahora el aparataje propagandístico de la Casa Blanca apareció con un nuevo término “el nuevo camino hacia adelante.”
El Presidente insiste en una salida que contemple la “victoria.” Pero el problema radica en que ni siquiera el mismo ha sido capaz de definir la “victoria” en Irak.
A medida que pasa el tiempo hasta llegar al discurso de enero 07 –y lamentablemente para los irakíes, los musulmanes y el resto del mundo amante de la paz– se esta creando un consenso generalizado entre los grupos en el poder y un sector importante de demócratas que, cualquiera sea la próxima estrategia de turno que el terco Presidente anuncie en enero, se necesita enviar mas tropas.
Incluso el Pentágono todavía contempla el triunfo militar: una salida tipo “Faluja,”con un aumento de tropas para una supuesta ofensiva final que sería catastrófica para el pueblo irakí. Aislar políticamente a la oposición en Irak, entre ellos al clérigo Muqtada al Sadr para luego propinar un rápido y mortal castigo militar a sus fuerzas. Ubicar la cabeza política de la oposición más conflictiva y cortarla.
El American Enterprise Institute, una organización ultra-derechista que prácticamente a diseñado la invasión y guerra en Irak ya lo ha dicho. En su reciente “plan para la victoria en Irak” este think tank ha propuesto el envío de siete brigadas y regimientos para iniciar nuevas operaciones de seguridad que fortalezcan al gobierno irakí. Esta claro, cuando hablan de “seguridad” quieren decir aumentar la guerra para demostrar el poderío militar estadounidense en la región.
En enero Bush podrá decir en su teatral discurso, que después de escuchar al país, a los demócratas y a docenas de expertos, tiene una nueva propuesta que será “el nuevo camino hacia adelante” hacia una “victoria” que será muy a lo estadounidense, es decir una derrota honorable.
Lo que por seguro no podrá decir es que ha escuchado al pueblo más importante del dilema, al pueblo que vive fuera de la segura zona verde de Bagdad, al pueblo irakí.
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