martes, octubre 17, 2006

“Las tres carreras”, de Marcel Schwob






L
as higueras han dejado caer sus higos y los olivos sus aceitunas, porque algo extraño ha ocurrido en la isla de Scira. Una muchacha huía, perseguida por un muchacho. Se había levantado el bajo de la túnica y se veía el borde de sus pantalones de gasa. Mientras corría dejó caer un espejito de plata. El muchacho recogió el espejo y se miró en él. Contempló sus ojos llenos de sabiduría, amó el juicio de éstos, cesó su persecución y se sentó en la arena. Y la muchacha comenzó de nuevo a huir, perseguida por un hombre en la fuerza de su edad. Había levantado el bajo de su túnica y sus muslos eran semejantes a la carne de un fruto. En su carrera, una manzana de oro rodó de su regazo. Y el que la perseguía cogió la manzana de oro, la escondió bajo su túnica, la adoró, cesó su persecución y se sentó en la arena. Y la muchacha siguió huyendo, pero sus pasos eran menos rápidos. Porque era perseguida por un vacilante anciano. Se había bajado la túnica, y sus tobillos estaban envueltos en un tejido de muchos colores. Pero mientras corría, ocurrió algo extraño, porque uno después de otro se desprendieron sus senos, y cayeron al suelo como nísperos maduros. El anciano olió los dos, y la muchacha, antes de lanzarse al río que atraviesa la isla de Scira, lanzó dos gritos de horror y de pesar.



 

3 comentarios:

juanola dijo...

Por azar he llegado a tu blog, seguro que vuelvo.

Saludos

anais dijo...

GUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
La vida será eso, un persecusión?
Hermosa metáfora...

Lo que no fue ni hermoso ni metafórico, fue "El día de la Lealtad"... O sí, porque todos los que fueron a esa fiesta necrofílica, fueron leales a su modo de ser: violentos, intolerantes y engreídos...
Lo único que los guía es el ansia por "protagonizar" una historia que, ojalá, no sea la de todos/as los/as argentinos/as...
Desde el agitado Gran Buenos Aires, anais i.

Luis Risco dijo...

Schwob es espectacular.
Felicitaciones, querido Villavicencio, por el blog. Ardiente la bandera, ardiente la montaña.
Saludos

Luis.