sábado, septiembre 02, 2006

"Los intelectuales y el fascismo", de Lisandro Otero*

* Premio Nacional de Literatura y Presidente de la Academia de la Lengua de Cuba







En las últimas semanas una violenta campaña de propaganda contra el escritor alemán Günther Grass se ha desatado en el mundo. Han tomado como causa de esta inculpación la confesión realizada por el escritor alemán de su pertenencia a las Schutzstaffel o SS, la guardia pretoriana de élite de la represión nazi.


Hace tiempo que Grass había confesado su preocupación con el problema y halló una respuesta adecuada cuando confesó: “Sentí que para mi generación y para los autores de la literatura alemana que renacía, los temas centrales ya estaban fijados: la guerra criminal desatada por Alemania; la capitulación total; los crímenes y su sombra trágica.” Él y su generación debían luchar, además, contra el intento de ocultar lo que para todos era evidente.


Dijo Grass que batallaron contra: “la imposición de la censura sobre el pasado. Algunos dirigentes políticos y hasta algunos intelectuales, construían leyendas. Hablaban de un pobre pueblo engañado, manipulado por los nazis”. Él decidió hablar. Compartió un realismo escéptico que le parecía era la única posición honesta dentro de las circunstancias de la reconstrucción alemana. Era un escritor movido esencialmente por motivaciones éticas. Por eso Grass ha dicho: “Gran cantidad de avances republicanos y conquistas democráticas logradas en la larga lucha para civilizar al capitalismo salvaje, se pulverizan ahora repentinamente ante nuestros ojos. Sólo reclaman una cosa: más mercado.”


Grass ha sido un escritor liberal, de izquierda, que ha defendido las causas justas y no ha podido ser comprado. Me pregunto si toda esta campaña no tiene como fin destruir a un valor moral dentro de la intelectualidad contemporánea, que resulta incómodo para el neofascismo “bushista”.


Habría que preguntarse por qué otros escritores, manifiestamente nazis, no reciben igual escarnio. ¿Qué decir del filósofo Martin Heidegger quien al ingresar en el partido nazi en 1933 afirmaba en un discurso: “El propio Führer, y sólo él es la realidad alemana, presente y futura. ¡Heil Hitler!”. Heidegger sigue siendo estudiado y ensalzado en las universidades alemanas, europeas y sudamericanas. En Italia, Filippo Tommaso Marinetti, el fundador del futurismo, se convirtió en el poeta oficial de Mussolini. Louis Ferdinand Céline fue un antisemita radical. Durante la ocupación de Francia fue médico de los alemanes. Al finalizar la guerra huyó a Dinamarca. Fue encarcelado, condenado a muerte y absuelto. Pudo regresar a Francia tras su indulto y vivió miserablemente hasta morir en 1961. Knut Hansum, estuvo de acuerdo con la ocupación alemana de Noruega, su patria, en 1940, pues la consideraba un preámbulo para regresar a la grandeza de la época vikinga. Llegó hasta tal punto su vinculación que se reunió con Hitler; a Goebbels le regaló su medalla del premio Nobel de Literatura, obtenida en 1920.


Pierre Drieu La Rochelle publicó “Socialismo fascista” y apoyó la ocupación nazi de Francia; llegó a ser director de la importante publicación “Nouvelle Revue Française” y se suicidó tras la liberación de París. Ezra Pound realizó transmisiones radiofónicas desde Italia destinadas a socavar la moral de las tropas aliadas. Tras la guerra no recibió pena de prisión por su inmenso prestigio, fue declarado demente y se le internó en un manicomio en Estados Unidos. Ernst Junger fue oficial de las fuerzas armadas alemanas tras un largo período escribiendo en publicaciones de ultraderecha que prepararon el ascenso del nazismo.


Al comenzar el progreso de los nazis hacia el poder, Richard Strauss los vio con simpatía. Arturo Toscanini rehusó dirigir las obras de Wagner en el Festival de Bayreuth y Strauss lo sustituyó. Bruno Walter fue despedido como director de la Filarmónica de Berlín por ser judío y Strauss también lo relevó. En Noviembre de 1933 el nuevo régimen lo nombró Presidente de la Cámara de Música del Estado. Cuando comenzaron los preparativos para las Olimpiadas que Hitler presidiría en Berlín, en 1936, Richard Strauss recibió la encomienda de componer un himno dedicado al magno evento deportivo. En 1939, al cumplir setenta y cinco años de edad se le efectuaron homenajes y ofrendas por su lealtad al régimen. Tras la derrota de Alemania permaneció recluido en su residencia de Garmisch y desoyó las convocatorias de los tribunales de des-nazificación que querían examinar su proceder pasado. Se le prohibió viajar al extranjero. Vivió con grandes dificultades, insolvente y desamparado hasta su muerte ocurrida en 1949.


Willhelm Furtwangler dirigía la Filarmónica de Berlín en los conciertos que se ofrecían en los cumpleaños de Hitler. Grabó con su orquesta, unas semanas antes del suicidio de Hitler, la Novena Sinfonía de Antón Bruckner, con la que se anunció al mundo la desaparición física del Führer. Herbert Von Karajan fue miembro del partido nazi y obtuvo importantes posiciones en el mundo musical alemán gracias a ello. El poeta Robert Brasillach, ardiente colaborador nazi durante la ocupación, fue fusilado por las Fuerzas Francesas del Interior tras el rescate de París. Leni Rieffenstahl, revolucionó el mundo de la cinematografía con sus documentales y fue una cercana colaboradora de Hitler y el partido nazi, hasta el punto que llegaron a relacionarla sentimentalmente con él. ¿Y qué decir de Jorge Luis Borges que el año 1976 apoyó sin ninguna clase de tapujos las dictaduras de Videla y Pinochet?


Creo que todos estos intelectuales han faltado a su elemental deber solidario con la humanidad en situaciones de crisis y por ello pagaron un precio de descrédito, aislamiento y algunos expiaron su culpa con su propia vida. Pero el caso de Grass es el de un escritor actualmente comprometido con las mejores causas del progreso social, que ha borrado con una existencia esclarecida sus pecados de inmadurez, irresponsable juventud, inexperiencia y falta de conciencia política, lo cual ha sido ampliamente compensado con su actitud posterior. ¿Debemos abandonar la lectura de Nietzche porque concibió el Ubermensch, el superhombre que preparó toda la teoría de la raza aria superior que Hitler pretendía? ¿Por su antisemitismo radical debemos dejar de escuchar a Wagner? ¿Se trata de destruir a Grass por su actual comportamiento político de avanzada?


5 comentarios:

Pacita dijo...

Interesante tema ... muy bien expuesto . El otro dìa leìa sobre la relaciòn de Fidel Castro y los escritores. Me alegra que en este sitio se pueda hablar sin tabues de ningùn tipo - sobre literatura y politica .

Elisa de Cremona dijo...

Excelente tema, bien escrito y bien fundamentado.
Tienes mucha razón con lo de Heidegger, yo lo adoro, me encanta su escritura, sin embargo aquel punto negro que tiene de su entrega al Führer, no evita que sus escritos sean magníficos.
un saludo y gracias por la visita

Trini Reina dijo...

A saber qué cuerdas mueven todo este tinglado.
Para mi ha sido de gran provecho leer este post, ya que me ha aclarado muchas cosas de las que no sabia nada o muy poco.

Un abrazo

V i l l a v i c e n c i o dijo...

No sé qué más se podría decir más que gracias, mil gracias por acompañarnos en este desafío.

Anónimo dijo...

Es curiosa la delicadeza de piel de los actuales acusadores de Grass.La historia entera es demasiado compleja para crucificar así como así. Escribí un comentario sobre Arno Breker, el más famoso escultor nazi, en mi blog. Por si alguien se interesa...