viernes, octubre 18, 2019

«Sobre el deber de la desobediencia civil», de Henry David Thoreau

Tres fragmentos





Estamos acostumbrados a decir que las masas no están preparadas, pero el progreso es lento porque la minoría no es mejor o más prudente que la mayoría. Lo más importante no es que una mayoría sea tan buena como tú, sino que exista una cierta bondad absoluta en algún sitio para que fermente a toda la masa



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Los ricos (y no se trata de comparaciones odiosas) están siempre vendidos a la institución que los hace ricos. Hablando en términos absolutos, a mayor riqueza, menos virtud.



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¿Es la democracia que conocemos la última mejora posible de gobierno? ¿No es factible adelantar un paso en el reconocimiento y la organización de los derechos del hombre? Nunca existirá un Estado totalmente libre e iluminado hasta cuando ese Estado reconozca al individuo como un poder más alto e independiente, del cual se deriva su propio poder y autoridad y lo trate en consecuencia. Me complace imaginar un Estado que finalmente pueda pregonar el ser justo con todos, y que trate al individuo con respeto; más aún, que no llegue a pensar que es inconsistente con su propia tranquilidad si unos cuantos viven separados de él, no mezclándose con él, sin abrazarlo, pero cumpliendo con su obligación de vecinos y compañeros. Un Estado que produjera este fruto y lo entregase tan pronto estuviese maduro abriría el camino para otro Estado, aún más perfecto y glorioso, que yo he soñado también, pero que aún no he visto por ninguna parte.




1848-1849





Sin datos del traductor














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