lunes, octubre 14, 2019

“Atardecer en Flamenco”, de Carlos Almonte





Es verdad, los senderos se bifurcan, nos lo dijo el ermitaño entre cascabeles y espesuras. El blanco y el vacío, la apariencia de los cuerpos y el espacio, son la fiebre y el delirio: nada queda, nada fue. Eso somos, un silencio parecido, el sueño, el éxtasis, una vibración universal. Es la pugna por llegar y regresar a lo que fuimos, un silencio oscuro del que no se evade el tiempo. Una vida es el lamento del regreso: al fuego, al silencio de las piedras. No es un tiempo recobrado, son cenizas que se juntan bajo el peso de los remolinos y se dejan ir por la corriente, o por la brisa.



en Alicia en la carretera, 2018

Pintura: Snow, de Theodor Kittelsen











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