Traducción de Juan Carlos Villavicencio
Los jóvenes del mundo
están condenados a muerte.
Han sido llamados a morir
por el crimen de sus padres.
Los jóvenes del mundo,
la creciente y madura fruta,
ha sido arrancada de las ramas,
mientras el recuerdo de la flor
es dulce en en el corazón de cada mujer;
han sido arrojados con un cruel propósito
al horno y a la prensa.
Los jóvenes del mundo
se miran a los ojos,
y leen ahí las mismas palabras:
¡No todavía! ¡No todavía!
Pero pronto, tal vez, y tal vez inevitable.
Los jóvenes del mundo
ya no poseen el camino:
Es el camino el que los posee.
Ellos ya no heredan la tierra:
Es la tierra la que los hereda.
Ya no son los amos del fuego:
Es el fuego el que es su amo;
ellos le sirven, él los destruye.
Ya no reinan sobre las aguas:
El genio de los mares
ha inventado un nuevo monstruo,
y son ellos los que salen volando de sus dientes.
Ya no respiran con libertad:
el genio del aire
ha ideado un nuevo terror
que en pedazos los deshace.
Los jóvenes del mundo
han sido cercados por la muerte
quien los rodea por doquier
en un círculo de fuego y bayonetas.
Lloren, lloren, oh, mujeres,
y que a los viejos se les rompa el corazón.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario