martes, enero 08, 2013

“Vladimir Ilich Ulianov Lenin”, de Tristán Altagracia







Se me han helado los párpados.
Alguien golpea con un cincel para abrirlos.
Quiero que no me hieran los globos de los ojos.
El cincel penetra más y más.
Una linterna eléctrica me alumbra la cara
de piedra o de cemento.
Ya ninguna vida es encantada.
No sé estar en paz (y estar en paz es mi mayor deseo).
En mi cabeza escucho una canción sentimental
que pertenece a la era de los primeros
gramófonos.
Mientras afuera nevando
se empieza a tomar Petrogrado otra vez:
luces y voces relumbran
sobre mujeres y hombres.
Ahora inicio el día con mi alma en caos.
Palpo el vidrio de la urna donde duermo
deshecho como el agua de una brillante cascada.
El Kremlin se llena de relámpagos, centellas y rayos.
Entonces digo esperanza con una cara muy larga
(sabes a qué me refiero).
La juventud me derriba y caigo sobre nieve.
Mi otrora enérgico dedo índice
parece señalar algo
que a nadie le interesa ver en el cielo.
En la Plaza Roja, ojos de niños miran
volar hacia el Oeste cohetes de artificio.
A través de dos agujeros de papel
observo una infancia premiada, fuera de la Historia.
La nieve se ha derretido
y desde el fondo del hielo
me doy cuenta
que no hay nadie en el mundo.



en Antología Tierra Incógnita, 2012















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