viernes, agosto 26, 2011

«Viernes en la noche con el humo fabuloso de tu cabellera», de César Moro






A
pareces
la vida es cierta
el olor de la lluvia es cierto
la lluvia te hace nacer
y golpear a mi puerta
oh árbol
y la ciudad el mar que navegaste
y la noche se abren a tu paso
y el corazón vuelve de lejos a asomarse
hasta llegar a tu frente
y verte como la magia resplandeciente
montaña de oro o de nieve
con el humo fabuloso de tu cabellera
con las bestias nocturnas en los ojos
y tu cuerpo de rescoldo
con la noche que riegas a pedazos
con los bloques de noche que caen de tus manos
con el silencio que prende a tu llegada
con el trastorno y el oleaje
con el vaivén de las casas
y el oscilar de luces y la sombra más dura
y tus palabras de avenida fluvial
tan pronto llegas y te fuiste
y quieres poner a flote mi vida
y sólo preparas mi muerte
y la muerte de esperar
y el morir de verte lejos
y los silencios y el esperar el tiempo
para vivir cuando llegas
y me rodeas de sombra
y me haces luminoso
y me sumerges en el mar fosforescente donde acaece tu estar
y donde sólo dialogamos tú y mi noción oscura y pavorosa de tu ser
estrella desprendiéndose en el Apocalipsis
entre bramidos de tigres y lágrimas
de gozo y gemir eterno y eterno
solazarse en el aire rarificado
en que quiero aprisionarte
y rodar por la pendiente de tu cuerpo
hasta tus pies centelleantes
hasta tus pies de constelaciones gemelas
en la noche terrestre
que te sigue encadenada y muda
enredadera de tu sangre
sosteniendo la flor de tu cabeza de cristal moreno
acuario encerrando planetas y caudas
y la potencia que hace que el mundo siga en pie y guarde el equilibrio
            de los mares
y tu cerebro de materia luminosa
y mi adhesión sin fin y el amor que nace sin cesar
y te envuelve
y que tus pies transitan
abriendo huellas indelebles
donde puede leerse la historia del mundo
y el porvenir del universo
y ese ligarse luminoso de mi vida
a tu existencia.




            
en La tortuga ecuestre, 1938, 1939















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