lunes, junio 27, 2011

“El Viejo y la Muerte”, de Félix María Samaniego






Entre montes, por áspero camino,
tropezando con una y otra peña,
iba un Viejo cargado con su leña,
maldiciendo su mísero destino.

Al fin cayó y, viéndose de suerte
que apenas levantarse ya podía,
llamaba con colérica porfía
una, dos y tres veces a la Muerte.

Armada de guadaña, en esqueleto,
la Parca se le ofrece en aquel punto;
pero el Viejo, temiendo ser difunto,
lleno más de terror que de respeto,
trémulo la decía y balbuciente:
- Yo… señora… os llamé desesperado; pero…
- Acaba; ¿qué quieres, desdichado?
- Que me cargues la leña solamente.

Tenga paciencia quien se cree infelice;
que aun en la situación más lamentable
es la vida del hombre siempre amable:
el Viejo de la leña nos lo dice.





Originalmente en Fábulas en verso castellano

para el uso del Real Seminario Vascongado,


1781 (Valencia)-1784 (Madrid).













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