domingo, mayo 13, 2007

"De lo espiritual en el arte", de Vassily Kandinsky

Extracto de la Introducción



Cualquier creación artística es hija de su tiempo y, la mayoría de las veces, madre de nuestros propios sentimientos.

Igualmente, cada periodo cultural produce un arte que le es propio y que no puede repetirse. Pretender revivir principios artísticos del pasado puede dar como resultado, en el mejor de los casos, obras de arte que sean como un niño muerto antes de nacer. Por ejemplo, es totalmente imposible sentir y vivir interiormente como lo hacían los antiguos griegos. Los intentos por reactualizar los principios griegos de la escultura, únicamente darán como fruto formas semejantes a las griegas, pero la obra estará muerta eternamente. Una reproducción tal es igual a las imitaciones de un mono.

A primera vista, los movimientos del mono son iguales a los del hombre. El mono puede sentarse sosteniendo un libro frente a sus ojos, dar vuelta a las páginas, ponerse serio, pero el sentido de estos movimientos le es ajeno totalmente.

Hay, a pesar de esto, otra igualdad exterior de las formas artísticas que se asienta en una gran necesidad. La igualdad de la aspiración espiritual en todo el medio moral-espiritual, la aspiración hacia metas que, perseguidas primero, fueron luego olvidadas; es decir, la igualdad del sentir interno de todo un periodo puede llevar lógicamente al empleo de formas que en un periodo anterior sirvieron positivamente a las mismas aspiraciones. Así nació parte de nuestra simpatía, nuestra comprensión y nuestro parentesco espiritual con los primitivos. Como nosotros, esos artistas puros buscaron reflejar en sus obras únicamente lo esencial: la renuncia a lo contingente apareció por sí sola.A pesar de su valor, este punto importante de unión espiritual no es más que un aspecto. Nuestro espíritu, que después de una larga etapa materialista se halla aún en los inicios de su despertar, posee gérmenes de desesperación, carente de fe, falto de meta y de sentido. Pero aún no ha terminado completamente la pesadilla de las tendencias materialistas que hicieron de la vida en el mundo un penoso y absurdo juego. El espíritu que empieza a despertar se encuentra todavía bajo el influjo de esta pesadilla. Sólo una débil luz aparece como un diminuto punto en un gran círculo negro. Es únicamente un presentimiento que el espíritu no se arriesga a mirar, pues se pregunta si la luz es sólo un sueño y el círculo negro la realidad.




1911








Texto completo en
Biblioteca Descontexto








4 comentarios:

anais dijo...

¡Aguante Kandinsky!

Sus libros son lo más! Y, a pesar de los años que hay entre sus publicaciones y el día de hoy, siguen teniendo una actualidad maravillosa.

Mane dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

estoy intetando leer a este hombre y este libro y no entendí nada! como me rehúso a perderme lo que el haya tenido para decir vine a buscar explicaciones a internet jaja
un beso suerte

Anónimo dijo...

Hace 10 años que leí por primera vez este libro, presenta una gran verdad y situa al artista en su realidad, nadie puede calibrar su ojo ni su mano cuando no hace caso a su espiritu. Aquel que se apodera de la idea de otro, enturbia las aguas del manantial del espíritu. Es una maravilla este señor.