jueves, febrero 01, 2007

"El mercader de Venecia", de William Shakespeare

Fragmento



SHYLOCK.- (Aparte.) He ahí los maridos cristianos. Tengo una hija; mejor hubiera querido que se casase con uno de la raza de Barrabás que verla con un cristiano por esposo. (En voz alta.) Perdemos tiempo; te lo ruego, acaba tu sentencia.
PORCIA.- Te pertenece una libra de carne de ese mercader: la ley te la da y el tribunal te la adjudica.
SHYLOCK.- ¡Rectísimo juez!
PORCIA.- Y podéis cortar esa carne de su pecho. La ley lo permite y el tribunal os lo autoriza.
SHYLOCK.- ¡Doctísimo juez! ¡He ahí una sentencia! ¡Vamos, preparaos!
PORCIA.- Detente un instante; hay todavía alguna otra cosa que decir. Este pagaré no te concede una gota de sangre. Las palabras formales son estas: una libra de carne. Toma, pues, lo que te concede el documento; toma tu libra de carne. Pero si al cortarla te ocurre verter una gota de sangre cristiana, tus tierras y tus bienes, según las leyes de Venecia, serán confiscados en beneficio del Estado de Venecia.
GRACIANO.- ¡Oh, juez íntegro! ¡Adviértelo, judío! ¡Oh, recto juez!
SHYLOCK.- ¿Es ésta la ley?
PORCIA.- Verás tú mismo el texto; pues, ya que pides justicia, ten por seguro que la obtendrás, más de lo que deseas.
GRACIANO.- ¡Oh, docto juez! ¡Adviértelo, judío! ¡Oh, recto juez!
SHYLOCK.- Acepto su ofrecimiento, entonces; páguenme tres veces el valor del pagaré y déjese marchar al cristiano.
BASSANIO.- Aquí está el dinero.
PORCIA.- ¡Despacio! El judío tendrá toda su justicia. ¡Despacio! Nada de prisas. No tendrás nada más que la ejecución de las cláusulas penales estipuladas.
GRACIANO.- ¡Oh, judío! ¡Un juez integro, un recto juez!
PORCIA.- Prepárate, pues, a cortar la carne; no viertas sangre y no cortes ni más ni menos que una libra de carne; si tomas más o menos de una libra precisa, aun cuando no sea más que la cantidad suficiente para aumentar o disminuir el peso de la vigésima parte de un simple escrúpulo; más aún: si el equilibrio de la balanza se descompone con el peso de un cabello, mueres, y todos tus bienes quedan confiscados.
GRACIANO.- ¡Un segundo Daniel, judío, un Daniel! Aquí os tengo ahora, en la cadera, pagano.
PORCIA.- ¿Por qué se detiene el judío? Toma tu retractación.
SHYLOCK.- Dadme mi principal y dejadme partir.
BASSANIO.- Tengo el todo preparado para ti; aquí está.
PORCIA.- Lo ha rehusado en pleno tribunal. Obtendrá justicia estricta y lo que le conceda su pagaré.
GRACIANO.- ¡Un Daniel, te lo repito, un segundo Daniel! Te doy las gracias, judío, por haberme enseñado esa palabra.
SHYLOCK.- ¿No conseguiré pura y simplemente mi principal?
PORCIA.- No tendrás sino la retractación estipulada, para que a tu riesgo la tomes, judío.
SHYLOCK.- Pues bien; entonces que el diablo le dé la liquidación. No me quedaré aquí más tiempo discutiendo.
PORCIA.- Aguarda, judío; la ley tiene todavía otra cuenta contigo. Está establecido por las leyes de Venecia que si se prueba que un extranjero, por medios directos o indirectos, ha buscado atentar contra la vida de un ciudadano, una mitad de sus bienes pertenecerá a la persona contra la cual ha conspirado, y la otra mitad al arca reservada del Estado, y que la vida del ofensor dependerá enteramente de la misericordia del dux, que podrá hacer prevalecer su voluntad contra todo fallo. He aquí, a mi juicio, el caso en que te encuentras, porque es evidente, por tus actos manifiestos, que has conspirado directa y también indirectamente contra la vida misma del demandado, e incurrido, por tanto en la pena precedentemente enunciada por mí. Arrodíllate, pues, e implora la clemencia del dux.
GRACIANO.- Suplica que te den permiso para ahorcarte en persona; sin embargo, como todas tus riquezas están confiscadas en provecho del Estado, no te queda el valor de una cuerda; por tanto, debes ser ahorcado a expensas del Estado.
DUX.- Para que veas bien la diferencia de nuestros sentimientos, te perdono la vida antes de que lo solicites. En cuanto a tus bienes, la mitad pertenecen a Antonio y la otra mitad pertenecen al Tesoro público. Esa confiscación, tu humildad puede hacérnosla transformar en multa.
PORCIA.- Sí, por lo que respecta al Estado, pero no por lo que concierne a Antonio.
SHYLOCK.- No, tomad mi vida y todo. No excuséis eso más que lo restante. Os apoderáis de mi casa cuando me quitáis el apoyo que la sostiene; me quitáis mi vida cuando me priváis de los medios de vivir.
PORCIA.- ¿Qué perdón podéis concederle, Antonio?
GRACIANO.- Una cuerda gratis. Nada más, en nombre del cielo.
ANTONIO.- Ruego a mi señor el dux y al tribunal que se reduzca la multa a una mitad de sus bienes. Me contentaré con tener el simple uso de la otra mitad para entregarla a su muerte al caballero que recientemente ha raptado a su hija. Pido que sean impuestas, además, dos condiciones a esta gracia: la primera, que se vuelva sin demora cristiano; la segunda, que haga aquí, delante del tribunal, una donación legal de todo lo que posea en el momento de su muerte a su yerno Lorenzo y a su hija.














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