domingo, julio 13, 2025

«Gaza. El poema hizo su parte», de Nasser Rabah

Dos poemas / Traducción de Alberto Benjamín López Oliva




SIN CORREO DESDE HACE AÑOS


Sin correo desde hace años. Cada mañana lo único que tengo a mano son palabras vagas y dispersas. Pierdo el día intentando reordenarlas en vano, como un sueño sin explicación, como una lengua que no es la mía grabada en la fría piedra del tiempo, un estruendo en un bullicioso mercado donde soy mercancía estancada. Ninguna frase útil, ningún renglón que mitigue el anhelo de cierta noticia, nada que brinde total alegría o completa tristeza. Sin correo desde hace años. ¿Quién le escribiría a un muerto?





PATRIA FUERA DE SERVICIO


El gimnasio está fuera de servicio
¿A quién le importa? No tengo tiempo para cuidar
mi cuerpo frente a espejos hechos añicos:
¡Para qué! No hay cafés para lucirse un jueves, ni balcones
 para una tarde de domingo.
La luz se va todas las tardes. 
Las bibliotecas se buscan a sí mismas entre las cenizas. 
No importa… Ningún libro conmueve mi corazón
tras el libro de los tanques. 
La vida y yo: 
un ciego de rodillas entrega un anillo de luz a una ciega. 
Lo que queda es la imaginación,
un músculo incansable. 
La imaginación es el café de los extraños, los espejos
del inconsciente, las bibliotecas de los cautivos.
La imaginación es lo que nos queda para hacer una patria
            de la nada. 

26 de junio de 2024




Publicado por ediciones del oriente y del mediterráneo, 2025






















sábado, julio 12, 2025

«Amanecer invernal», de Du Fu

Versión de Carlos Manzano de la traducción de Kenneth Rexroth




Una vez mas los hombres y animales del
Zodiaco han avanzado por encima de nosotros.
La mesa está abarrotada de frascos verdes
De vino y caparazones de langosta, vacíos todos.
«¿Quién podría olvidar a los viejos amigos?»
Los comensales escuchan absortos sus pensamientos
Y el sonido de los coches que arrancan fuera.
Las aves en el alero están inquietas por el ruido
Y la luz. Muy pronto ya, en el amanecer
Invernal, afrontaré mi cuadragesimo cumpleaños.
Lanzada de cabeza hacia las largas sombras
Del crepúsculo por momentos tercos y tenaces,
La vida pasa veloz como fuego desbocado.





en Cien poemas chinos, 1966





Pintura original: Invierno (de la serie Cuatro estaciones), de Li Ming 



















viernes, julio 11, 2025

«Los goces de este mundo», de León Bloy

Sin datos del traductor





Aterradora  idea de Juana,  acerca  del  texto Per Speculum in Aenigmate. Los goces de este mundo serían los tormentos del infierno, vistos al revés, en un espejo.




en Le Vieux de la Montagne, 1909



Recopilado en la Antología de literatura fantástica
editada por Silvina Ocampo, Adolfo Bioy Cazares y Jorge Luis Borges














jueves, julio 10, 2025

«Genealogía», de Ana Blandiana

Traducción de Viorica Patea y Natalia Carbajosa




Alguien sueña con nosotros
soñado a su vez
por otro,
que es el sueño
de un sueño
particular.
Absortos por la somnolencia,
también soñamos con un mundo
salvajemente atormentado en el sueño.
Soñando,
somos el eslabón tierno
en la fila sin comienzo que no ha de acabar
nunca,
aunque
bastaría
un solo grito
lo bastante fuerte como para poder despertar
a medias
al primer Señor
del sueño,
el que duerme
en los cimientos de los mundos
soñados.



en  El sol del más allá y El reflujo de los sentidos, Pre-Textos, 2016 








miércoles, julio 09, 2025

«Horizonte del ser», de Alberto Vanasco

Saludando a los hermanos argentinos este 9 de julio



a Raúl Gustavo Aguirre

(El tiempo es la luz que se desgasta
el universo que se simplifica
la violencia que se dispersa
la verdad que se asienta y vuelve a su principio.)

Nos lleva ese tiempo que llevamos en nosotros.

Se lleva a sí mismo el porvenir que da vueltas en el aire.

Nos llevan los olvidos
                                                           la memoria nos lleva.

Nos llevan esos ojos que nos hacen
y los recuerdos que nos perfeccionan
y el mar que nos pregunta
                                                                 la espuma que contesta.

Quedan sólo los meses más desgarrados que la lluvia
más pérfidos que los obuses del enemigo
más sutiles que los ardides del invierno.

Y sobre las grandes algas que imitan la vida
una espiral de tierra y humo ocupa el lugar que ocupabas.

Son el fragante atropello del tiempo
la leve presión del aire en los pulmones
el peso de la luz que asedia nuestra piel hasta quebrarla
la corteza porosa de un mundo que destila su nada.

Sólo queda una arruga sobre el tiempo

un deber en los ojos

un ardor en la voz

esta tarde clavada por las puntas en el día tenaz

al extremo de un año que se aferra a nosotros
para no morir:

la tranquila obsecuencia de un planeta sin fama.

Nos llevan entretanto los embriones del tiempo debajo
             de la tierra.
Nos llevan los andenes
                                                              las dársenas nos llevan.

Nos lleva lo que pasa y lo que permanece.

Nos llevan otras vidas que también son nuestras
nos lleva el sol
                                         la sal
                                                       las aguas que nos
                                                                                                    llevan.

Y sobre los grandes terrenos ganados al día
una mirada dice:
                                              ADIÓS.




de Canto Rodado, 1962





















martes, julio 08, 2025

Carta de Ástor Piazzolla a Carlos Gardel



Ástor Piazzolla, un otro y Carlos Gardel en El día que me quieras (1935)
                   
Querido Charlie: Quizás llamándote Charlie te acordarás del pibe de 15 años que vivía en Nueva York, que era argentino y que tocaba el bandoneón. además, trabajó de canillita contigo en El Día que me quieras. Te puse Charlie cuando me preguntaste en tu casa, cómo se decía Carlitos en inglés. ¿Te acordás cuando te llevé el muñeco de madera que había tallado mi viejo? Esa mañana me dedicaste dos fotos, una para Vicente Piazzolla y la otra «para el simpático pibe y futuro gran bandoneonista». De 1934 a hoy, 1978, pasaron 44 años, y realmente no te fallé.

¿Te acordás cuando me llevabas a tus filmaciones en los estudios Paramount de Long Island? Febrero de 1934, la peor nevada del año, 2 metros de alto y 10 bajo cero, y yo tu traductor de piropos a las pibas que te querían conocer. Nunca olvidaré las dos bicicletas que agarramos con Tito Lusiardo y rompimos tratando de entrar en calor. Por las tardes solía acompañarte a que te compraras ropa en las grandes tiendas de Neva York. Recorrimos Saks, Macy's, Florsheim, y al fin te compraste tus dichosas camisas con rayas verticales y horizontales. Docenas de ellas, zapatos de charol, borsalinos, etcétera, como si te sobrara la guita. Te mostré toda mi ciudad (estaba orgulloso de saber tanto; también... hacía ya 11 años que vivía allí), sobre todo mi barrio, Greenwich Village, adonde te llevaba a conocer las mejores cantinas italianas, y vos, con problemas de busarda, te cuidabas; sin contar la vez que viniste a casa donde probaste los ravioles de la nonina Asunta, además de un final de buñuelos de membrillo. ¡Cómo te gustaba comer bien!

Jamás olvidaré la noche que ofreciste un asado al terminar la filmación de El día que me quieras. fue en honor de los argentinos y uruguayos que vivían en Nueva York. recuerdo que Alberto Castellano debía tocar el piano y yo el bandoneón, por supuesto para acompañarte a vos cantando. Tuve la loca suerte de que el piano era tan malo que tuve  que tocar yo solo y vos cantaste los temas del film. ¡Qué noche Charlie! Allí fue mi bautismo con el tango. Primer tango de mi vida y ¡acompañando a Gardel! Jamás lo olvidaré!

Al poco tiempo fuiste con Le Pera y tus guitarristas a Hollywood. ¿Te acordás que mandaste dos telegramas para que me uniera a ustedes con mi bandoneón? Era la primavera del '35 y yo cumplía 14 años. Los viejos no me dieron permiso y el sindicato tampoco. Charlie, ¡me salvé!!!. En vez de tocar el bandoneón estaría tocando el arpa.

Comienza una nueva época de mi vida. Volvemos a Mar del Plata en el '36. Me agarra el flechazo de la música y estudio locamente el fuelle. Mi bandoneón y yo nos vamos a Buenos Aires y debuto con Aníbal Troilo. ¿Sabés quién era Troilo? Él era vos tocando el bandoneón. Es como decir: tu continuador. 

Estábamos en 1939 y hacía 4 años que eras Dios. Tus films y discos subieron desesperadamente. Ahora los giles descubren que cantabas bien. Se acuerdan de aquel momento en que preferían escuchar a otros cantores. Tu teatro estaba vacío. Tu ida a Europa fue premonitoria y tus presentaciones son cada  vez más importantes. Después USA, tus films, Hollywood, Centroamérica y Medellín, el fin de la ruta. Sabés una cosa... a mí tampoco me gusta el avión. y menos esa catramina que tomaste vos. Pero… después de tu ausencia comienzan a aparecer los nuevos personajes de Bs. As. 

Charlie... le arruinaste la vida a los cantores, esos que solían decir «menos mal, se fue Gardel y hay más laburo para nosotros». Y otros contestaban: «Guarda muchachos, que quedan los discos». Aprovechando este momento aparece una nueva clase social, «Las viudas de Gardel», personajes que compraban o tenían tus discos. Automáticamente se hacían locutores de radio y «críticos»… además, todos decían que eran amigos tuyos y nunca te habían visto en la vida. 

Esta gente, que tienen su clan formado en toda la Argentina,  Uruguay, Colombia, Venezuela y muchos países más, hace casi 45 años que viven gracias a vos. Pero allí no termina la cosa. Después de 1936 nacen los Gardelianos, Gardelones, Gardelitos o Gardeluchos. Son bichos raros que usan tu sonrisa, tus mismas pilchas, tu misma manera de andar y hablar, pero lo que no pueden hacer es cantar como vos. Charlie, sé que la mayoría de los cantores quisieron ser Gardel, y Gardel fue todos. Aquí, se ha corrido la bola de que tus discos ensayan de noche, por eso cada día cantás mejor. 

Te cuento una linda, Charlie. Ciertos profesores de canto del teatro Colón hacen escuchar tus discos como modelo de canto, y estoy seguro que siempre estarás mirándonos de allá arriba y pensarás que te hubiera gustado cantar los grandes tangos del '40; además yo hubiera escrito  para vos y te hubiera hecho los arreglos y tocaría el bandoneón. Matamos, Charlie. Lo único que no quisiera emplear en la orquesta es el arpa.  Allá tendrás una colección de todos los colores. Vos que conocés a los ángeles, ¿por qué nos les pedís que cambien el sistema y metan algún bandoneón en la orquesta? Mirá que está el gordo Pichuco. Maffia, Laurenz. Me estoy entusiasmando demasiado y prefiero esperar un poco para ser yo quien organice esa orquesta.

Me voy a trabajar, o sea, como hoy se dice: «Tengo un recital». Voy a pensar en el pibe Piazzolla cuando vos le dijiste: «Ahora poné la música de Arrabal amargo y dale con todo». Era la primavera del '35 y había nacido el dúo Gardel-Piazzolla. Soy un tipo de suerte.

Algún día nos encontraremos en el último piso. Esperame, pero... NO TE MUERAS NUNCA.



Buenos Aires, año 1978












lunes, julio 07, 2025

«El reloj», de Osvaldo Soriano



 
A los quince años me compré mi primer reloj. Durante el verano trabajaba en un galpón de fruta de Cipolletti, le pasaba la mitad del sueldo a mi madre y con las horas extras guardaba plata para darme algún gusto grande. Después vinieron otros, pero ninguno tuvo el valor del primero. Era un White Star de diecisiete rubíes, enchapado en oro y con correa negra. En ese entonces pensaba que lo último que uno se sacaba antes de acostarse con una chica era el reloj. No sé por qué, pero me imaginaba enceguecido por unos pechos blancos y unos ojos ardientes. Me inclinaba a desprenderle la cadenita que llevaba al cuello y yo me quitaba el reloj de la muñeca.
 
Los Rolex de hoy no existían para nosotros. Mi padre no había querido regalarme el White Star porque sostenía que un varón debía comprarse sin ayuda el reloj y los calzoncillos. La verdad era que no tenía plata y lo disimulaba con una filosofía de apuro. Muchos años después me obsequió un Rado con calendario que le encajaron por automático. Pero no pudo pagarlo y el estafador se llevó un chasco. Iba a verlo a la oficina de Obras Sanitarias para reclamarle las cuotas atrasadas y mi viejo se lucía mostrándole su Omega perfecto. «¡A usted no lo conozco! ¡Para qué quiero baratija automática si tengo esta joya!», le decía, y levantaba el brazo para que todos lo envidiaran. Por más que el otro lo amenazara con ejecutarle los pagarés mi padre se reía a carcajadas y le aconsejaba que mejor los tirara a la basura.
 
Todavía no se había inventado el cuarzo y los japoneses no fabricaban su mercadería descartable. Eran tiempos con ecos de El tercer hombre, la obra maestra de Carol Reed con guión de Graham Greene. El gran Orson Welles miraba el reloj con esa sonrisa suya y le lanzaba a Joseph Cotten el famoso: «Ustedes hablan tanto de paz… Mira a los suizos: llevan quinientos años de paz y ¿qué dejan? Nada más que el cucú…». Cito de memoria para evocar el cinismo hiriente de Harry, el personaje que había enamorado a la bella y melancólica Alida Valli. Los suizos eran ingenieros de la puntualidad. Al menos eso decía mi padre que nunca llegaba tarde a una cita. Me acuerdo que se sacaba el Omega para lavarse las manos de miedo a que la humedad se le escurriera dentro de la caja de acero inoxidable. Lo había comprado en 1941, antes de casarse, y lo conservó toda la vida. Se le hacía agua la boca cuando me hablaba del cronómetro Girard Perregaux, pero no hubiera cambiado el Omega por ningún otro. Como todos los relojes a cuerda, aquel tenía una historia particular que no puede ser contada. Cuando mi padre se enfermó, noté que le había hecho limpiar la esfera como si quisiera ver más claras sus últimas horas. Nunca se lo sacó de la muñeca y era lo único que llevaba puesto cuando murió en una clínica del barrio de Flores, aquel otoño del setenta y cuatro.
 
Pierre Assouline cuenta, en su monumental biografía de Georges Simenon, que una de las mayores culpas que pesaron sobre la conciencia del creador de Maigret fue la de haber entregado el reloj que le había dejado su padre a cambio de una noche de prostíbulo. Simenon nunca pudo recuperarlo y desde entonces vivió rodeado de péndulos, despertadores y minuteros. A todo el mundo le regalaba relojes pero, perdido el de su padre, nunca pudo tener uno que fuese realmente suyo.
 
«La fecha más importante en la vida de un hombre es la de la muerte de su padre. Es cuando no tienen más necesidad de él que los hijos comprenden que era el mejor amigo». Con esa cita de Simenon abre Assouline el meticuloso recorrido de una vida tantas veces maquillada por el escritor en sus Memorias íntimas y otros libros de recuerdos. El reloj perdido en las bragas de una prostituta negra recorre una colosal obra de trescientos cincuenta títulos. Entrevistado por Los Angeles Times, Dashiell Hammett afirmó: «Simenon es el mejor en su género porque es inteligente. Por muchos lados me hace pensar en Edgar Poe».

Como Cervantes en castellano y Dickens en inglés, Alexandre Dumas y Simenon adaptaron a su tiempo y a la lengua francesa el complejo arte de la novela popular. No tienen equivalentes en la Argentina porque Roberto Arlt era muy vulnerable y estaba demasiado amargado para seguir escribiendo novelas de las que se burlaba mucha gente dedicada a la literatura. De uno de los Dumas, mi padre decía haber leído Los tres mosqueteros, del otro La dama de las camelias. Los Dumas, padre e hijo, eran tan compadres entre ellos como si no fueran de la familia. Compartían la escritura de ciertos libros, el calor de las prostitutas y la admiración de las cortesanas.
 
Es verdad que a diferencia de Simenon, los Dumas no eran completamente autores de todo lo que publicaban. A pocos metros de donde están enterrados, en el cementerio del Pére Lachaîse, hay otra tumba menos conocida que guarda los restos del pobre tipo que les proveía ideas y manuscritos cuando ellos se quedaban bloqueados o sin tiempo para alimentar al editor que les corría detrás. Ese nègre, escritor fantasma sin gloria ni posteridad, fue vengado por sus hijos que escribieron sobre la lápida: «Aquí yace el hombre que escribía las novelas que se adjudica el señor Dumas, que yace un poco más allá».

También James Hadley Chase, el más popular entre los autores de novela negra, está bajo sospecha. Un investigador francés sostiene la dudosa hipótesis de que Chase no era más que un doble de Graham Greene, quien —aventura—, sería el verdadero autor de No hay orquídeas para la señorita Blandish y Eva, entre tantos. Poco importa: cualquiera sea el creador del insoportable suspenso de Un agujero en la cabeza, merece la gratitud de los millones de lectores que Chase y Greene conservan aun muertos y sepultados.
 
Las máscaras sirven para cubrir otras máscaras. Cuando investiga a Simenon y salta de un reloj a otro, Assouline descubre que las históricas Memorias de Chaplin, publicadas en 1964, fueron escritas en el más absoluto secreto por la imaginativa pluma de su amigo Graham Greene. El autor de El poder y la gloria no le cobró un centavo y se divirtió como loco inventando peripecias y reescribiendo las insulsas páginas que le había alcanzado Chaplin.
 
En cambio Simenon siempre es él mismo. Una y otra vez enmascarado, ya sea en el personaje ominoso que de joven firma diecisiete artículos sobre «el peligro judío», o en el colosal escritor de Los cómplices, La nieve estaba sucia y El relojero de Everton. En el improbable Quién es quién de estos tiempos, El compadre de Dumas, el amigo de Simenon o el verdugo de Arlt nos empujan los pasos. Los evocamos con amor o con odio, pero siempre con furia. Hay veces que nos aplastan y otras en que los hacemos polvo. Pero siguen ahí, en el tic tac del viejo reloj. Hasta que se le termine la cuerda.




en Piratas, fantasmas y dinosaurios, 1996













 
 





sábado, julio 05, 2025

«Un telegrama», de Xiao Kaiyu

Traducción de Miguel Ángel Petrecca




6 de noviembre de 1986.
Salió el sol y empezó a nevar.
O un viento helado soplaba de todas partes, 
y era la primavera de 1985.
Yo volaba hacia Haerbin:
el paisaje nevado del norte 
es hermoso, me había dicho 
un poeta de ahí. O tal vez iba en el tren a Xining 
a cortar un poco de leña.
Un telegrama llegó desde casa, 
solamente dos palabras: volvé ya.
La vida es simple, seria y precisa como un telegrama. 
El paisaje y el transporte sólo existen para eso.





en Un país mental. 150 poemas chinos contemporáneos
Gog y Magog, 2023





Fotografía original de Dirk Skiba















viernes, julio 04, 2025

«Elogio del cuerpo», de Affonso Romano de Sant’Anna

Traducción de John Galán Casanova



(1937-2025)


Los hay más diestros, lo sé.
Pero con este
corto a tiempo el gesto oculto, 
asalto la noche, cruzo las horas
y huyo galopando en potros verdes.

Los hay más fuertes, lo siento. 
Pero con este
ataco, esquivo y agredo
como puedo.
Con este parto para el combate 
y con él retorno
                           –si pierdo.

Los hay más amados, me dicen.
Pero este sabe dónde, y sabe cómo, y sabe cuándo 
y nunca contaría
lo que oye y siente,
cuando en sus lechos se entreabren otros cuerpos 
con secretos repentinos,
floraciones de ataque y paz.

Los hay más bellos, los veo,
en los tonos del bronce
y en el esplendor de mil calzadas. 
Pero este me calza como guante 
y lo hundo entero en los abrazos 
y lo retiro intacto del espejo.

Los hay mejores en todo, ya lo sé. 
Pero es de este que me sirvo,
es este el que me dieron,
este el que alimento,
con este como, beso y fructifico

y es con este que fecundo mi propia muerte.



en El tiempo que me escribe, 2012












jueves, julio 03, 2025

«Los ojos culpables», de Ah'med Ech Chiruani (Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares)




 
Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió: «Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios».

Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo: «¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor». Ella le respondió: «No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios». A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía: «La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado». Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta.



en Antología de la literatura fantástica, 1940





Pintura original: El Sheikh, de Muhammad at-Tayieb' al-Hyari















miércoles, julio 02, 2025

«Gloria de la mañana imaginaria», de C. D. Wright

Traducción de Juan Carlos Villavicencio




Tanto si el agua estaba congelando o no. El cuerpo
rompería su funda. Sin capa sobre capa
de pluma y aire para aislar el vientre amoroso.
Una película nublada rodea el punto de entrada. Si el azul
no fuera azul cómo podría el amor ser amor. Pero si el cuerpo
estuviera hecho de anillos. Un halo suelto emergería 
en la luz telúrica. Si alguien estuviera encargado de verificar
esta raro incidente. A medida que el pétalo empieza a
menguar y a curvarse sobre sí mismo. Y sólo entonces. Amor,
azul. Azul alucinógeno, amor.



en ShallCross, 2016












Imaginary morning glory

Whether or not the water was freezing. The body / would break its sheathe. Without layer on layer / of feather and air to insulate the loving belly. / A cloudy film surrounding the point of entry. If blue / were not blue how could love be love. But if the body / were made of rings. A loose halo would emerge / in the telluric light. If anyone were entrusted to verify / this rare occurrence. As the petal starts to / dwindle and curl unto itself. And only then. Love, / blue. Hallucinogenic blue, love.












martes, julio 01, 2025

«Mar pequeño del que peregrina (Diario de huerta)», de Diego Alfaro Palma

Fragmento




No sé qué me gusta más, si escribir o caminar. A ratos pienso que son casi lo mismo. No sé muy bien por qué hago uno o lo otro, tampoco me interesa saber para dónde voy cuando tomo el lápiz o los zapatos: salgo a dar una vuelta. No ambiciono libros, tampoco grandes historias, pero hace unos días me dijeron que debería usar plantillas: gasto las suelas para un lado. En realidad, esto ya lo sabía. No tengo muchos zapatos ni zapatillas, pero todas están gastadas de la misma forma. Me preguntaron si acaso me dolía la espalda. Nunca pensé en eso, pero sé que me va a cobrar la cuenta cargar tantas cajas en las librerías que trabajé. En los últimos días tuve una caminata distinta hacia el cerro La Huinca en Limache, un viaje habitual en mí, pero esta última vez fue extraño o mi cuerpo se sintió extraño; el camino de siempre se había convertido de arcilla a polvo, mi nariz comenzó a sufrir alergia, mis ojos apenas podían ver, el cuerpo me picaba. La Huinca en los inviernos de mi infancia y juventud era un lugar verde, poblado de cantos de pájaros, pero se ha ido convirtiendo en una explanada de tierra seca, espinos secos, boldos secos, canales secos, litres secos. Desde su altura se puede ver montañas verdes de paltos que han absorbido el agua que hace falta. Las paltas o aguacates viajan miles de kilómetros hacia supermercados desconocidos. La Huinca era un poema que había escrito mi abuelo y que habían continuado mis padres. Era el lugar a donde me iba a esconder o a escapar en mi bicicleta, y quizás algún día sea otro punto del desierto. Entonces pienso si podré seguir escribiendo cuando ese lugar desaparezca, cuando el fuego le pase por encima o una sorpresiva lluvia produzca un aluvión. La lluvia hoy es algo impensable y sin embargo la espero. La nostalgia me parece algo impensable. Si la escritura es igual a caminar siento que ninguna de las dos es totalmente inútil. 

Camino porque otros escribieron y escribo porque otros caminaron hacia una cima similar.




Publicado por Portaculturas, Córdaba (Argentina), 2025







Pueden comprarlo en Chile en Libro Verde






lunes, junio 30, 2025

«ars poetica en el que cada pronombre es Palestina Libre», de George Abraham

Versión de Juan Carlos Villavicencio




& así está escrito: los colonos robarán la tierra de Dios & PALESTINA 
            LIBRE
maldecirá a los colonos por su incapacidad de aliñar la comida de 
            PALESTINA LIBRE

en todos los que reclamarán la tierra de PALESTINA LIBRE 
            una quemadura de sol con la forma de la cara 
del colono dictador pero no en la piel de PALESTINA LIBRE

manchada de tierra. allá. PALESTINA LIBRE lo dijo. nadie de verdad 
            posee nada 
PALESTINA LIBRE no calló para que así fuera— el mar de PALESTINA 
            LIBRE

israelí; el cielo de PALESTINA LIBRE israelí pero no el trueno 
            de PALESTINA LIBRE—
la culpa siempre será de PALESTINA LIBRE & por eso se llamará 
            una historia

precisa; a expensas de la visibilidad de PALESTINA LIBRE, plasmada 
            en tela ensangrentada 
—o papel— el más largo suicidio de PALESTINA LIBRE: PALESTINA 
            LIBRE morirá

en la cárcel & se volverá israelí — PALESTINA LIBRE morirá protestando 
            & se convertirá
en un volantín en llamas — PALESTINA LIBRE llamará a Hamas la fábula 
            de cada

TITULAR: el falafel israelí es tan seco que PALESTINA LIBRE podría 
            iniciar una intifada con él
TITULAR: el falafel israelí es tan seco que PALESTINA LIBRE podría 
            liberar a Palestina con él

no, PALESTINA LIBRE nunca le dará un nombre a PALESTINA LIBRE 
            que no 
tenga raíces en la revuelta – PALESTINA LIBRE, unida con un guion 
            por la bandera de los colonos:

PALESTINA LIBRE unida con un guion por pronombres de colonos: 
            PALESTINA LIBRE 
no jura lealtad al árabe. o al inglés. PALESTINA LIBRE no existirá en

idioma alguno; PALESTINA LIBRE escribirá poemas sobre olivos 
            & controles fronterizos
sin que se pueda encontrar una Palestina libre; PALESTINA LIBRE 
            le pondrá nombre a la violencia

pero nunca a la resurrección, como PALESTINA LIBRE no sobrevivió
            a historias imposibles
para llegar hasta aquí. está escrito: la sangre estará en manos 
            de PALESTINA 

LIBRE – bien podrían pintar las uñas de PALESTINA LIBRE mientras 
            PALESTINA LIBRE está
en ello – ¿qué? ¿no es lo que esperaba PALESTINA LIBRE? ¿acaso 
            PALESTINA 

LIBRE no pensó todo el tiempo que PALESTINA LIBRE sería 
            la última en reír? 



















viernes, junio 27, 2025

Dos entrevistas a Amanda Durán



(1982-2025)


I. «La muerte es tan democrática y permanente». 
Entrevista de Giovanni Astengo
 
En esta conversación, realizamos un periplo por la escritura desde el cuerpo, lo sagrado y lo pagano, la muerte y sobre todo por la fuente inagotable del quehacer poético, lugar que hoy Amanda, trabaja de la mano de la reconocida gestora cultural chilena María Luisa Lanas.

En tu poesía hay un tejido, un nudo inexorable, que vincula el ser mujer en relación al cuerpo, sentirse, pensarse, intuirse desde ese corpus parlante, vivido y siempre al límite del influjo y reflujo de los fluidos de sangre o de semen; un cuerpo colmado de dolor, de erotismo y de auto-conocimiento, «He intentado no amar después de los muertos», repites tres veces en un poema de tu segundo libro, Ovulada, publicado en Chile y España. ¿A partir de qué contexto personal y social configuras esta poética, a veces, hermética; y de qué forma operan estas imágenes que podrían ser «duras» para un lector más conservador?
La poesía en mi trabajo es el confesionario por excelencia, lo relaciono mucho al diario de vida por lo íntimo del proceso, un camino tan personal, como una búsqueda de sanación perpetua. El cuerpo claramente es otra constante, termina siendo el ánfora de toda esa experiencia, antes de ser escrita. Mi conexión con esa palabra y todo el cuerpo son mi único soporte real para la vida. Nudo es ese primer proceso de exploración donde todo esquema filoso y catalogador como ser mujer, hija, madre, huérfana o hermana se interrogan entre sí, mutuamente. Me gusta tocar la realidad como un collage físico que puede descomponerse, que puede abrirse como una carta o estudiarse como este caso, el caso de Nudo que es una autopsia.
 
Mientras reviso tu libro Antro (Misa para señoritas), publicado el año 2010, por Árbolanimal, Argentina. Leo: «Putita de Dios / que quitas el pecado del mundo». Y pienso en Sylvia Plath, Sinead O’Connor, Safo, etc. Este libro establece una solemnidad al seguir ciertas pautas tanto de la religiosidad oficial –usando el latín– o la plegaria solitaria sola con un crucifijo en la mano, como diciendo «Yo, la peor de todas», como Sor Juana Inés de la Cruz. Pero sin dudas lo que llama la atención , es que en este formato de misa dominical, pases a lo pagano, a las ninfas del bosque del «entusiasmo». ¿Cuál es el desarrollo de este «Cántico» rituálico, donde vuelve a aparecer el cuerpo de la mujer de forma más celebratoria, a diferencia de Ovulada?
Antro es el estremecimiento ante el otro, en este caso «la otra» esa que no tiene altar. El desamparo de una mujer muerta que no puede homenajearse. Empecé a escribirlo tras el asesinato de una gran amiga a manos de su pareja. Ella descansaba en un gran congelador, donde su sangre se endurecía en sacrificio por todas las que seguíamos vivas. Ese terremoto emocional me llevó a querer hablar con mujeres abusadas y buscar en las oraciones sacras, esas en las que la diosa pagana fue sincréticamente sustituida por una virgen o por una Eva. En el texto oficial de la santa misa hay una de estas lecturas, el «Salve Regina». Una de las pocas menciones en que la mujer no es quien puede rogar por nosotros, sino a quien rogamos desde el desamparo, es un extracto hermoso que incluí en el libro y que en español dice así:

«A ti clamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas»

Yo sé que este libro puede parecer grotesco, es sumamente grotesco, como el modo en que murió Kajsa, como el ruido de un minutero por cada mujer que es violada y asesinada en algún lugar del mundo.

Yo fui amigo de tu madre, Tamara Durán, más conocida como «La Perestroika», gran performista en los años de dictadura, y en tu último libro La Belleza (Amargord, España, 2016) lo que suena de fondo es un verdadero requiem a tu madre, sin la normativa formal de este tipo de escritura o reglas musicales. No obstante, no deja de conmover tu visión con respecto a la muerte de Tamara, y pienso en el poeta Humberto Díaz-Casanueva y su Requiem a su madre, pero es mejor Seru Girán –como dices– con «Hundiendo el Titanic», porque siento que ella se te «aparece» o tu recuerdo pasa más por lo nimio que por lo grandilocuente. ¿Cómo se puede escribir después de una experiencia vital tan fuerte?
Escribir o pintar son dos caminos hermosos para romper el llanto de una experiencia así de fuerte. La muerte es tan democrática y permanente, todos cargamos con ella o sobre ella. La Belleza es un intento de acompañar a Tamara en esa muerte tan lejos y violenta. Convencerla que había tenido un último día hermoso, tomar su cabeza y dejarla escapar. Siempre lo pensé así, en mi necesidad de acurrucarla y darle esa despedida romántica o poética, pero verso a verso la que se iba despidiendo era siempre yo. La que se arrojaba al precipicio de vivir sin madre. La que nacía una vez más para asumirse huérfana. Es un libro al que le tengo profundo cariño por el tremendo aprendizaje que ha significado siempre leerlo.

¿Cuáles son tus apreciaciones con respecto al Estallido social, el post-estallido, la pandemia y el feminismo?
Acá prefiero citar Plan de evasión, del genio Bioy Casares. Se trata de una prisión clandestina en la que el recluso ignora su condición de encierro. Para lograr esto Castel, quien dirige el proyecto, interviene quirúrgicamente los órganos de algunos presos, con el fin de alterar todo lo que perciben. Ellos, por ejemplo, pueden ver enormes paisajes en vez de rejas tras la operación de sus corneas. La prisión se convierte en una isla que, aunque tendrá muros de agua y mantendrá la sensación de encierro, también formula esa idea de «oportunidad» que toda Isla desierta tiene. Entonces a nivel subconsciente los individuos de este relato son libres y sólo la noción de confinamiento podría realmente confinarlos.

Quizás no estábamos más libres antes, teníamos esas «corneas adulteradas», pero ahora que hemos vivido el estallido con todo lo que implica (uno de sus bellos matices es la manifestación multitudinaria del feminismo) y ahora que incluso casi medio millar de jóvenes han perdido sus ojos, creo que estamos mucho más cerca de ver y de encontrar caminos. Puede que estemos encerrados, pero ya tenemos garantizada la posibilidad de soñar lo que queremos vivir cuando estemos afuera, juntos.


en Periódico Carajo, 23 de junio, 2021



II. «Mi poesía es muy confesional, me relacioné con la poesía desde lo íntimo, desde la libertad absoluta de poder decir todo lo que yo sintiera». 
Entrevista de Ariadne Agámez

En el marco de la versión número 32 del Festival Internacional de Poesía de Medellín, Publimetro habló con la reconocida poeta.

«Me advirtieron, que a las mujeres que buscan se les descose el rostro, que andan por ahí, chorreando esa herida horrenda, que están solas, tan solas, que se les calca una foto en blanco y negro y un adónde, y ellos dicen: no hay nadie», fragmento del poema «Hoja Blanca», que revela cómo a través de las letras, la poeta logra expresar su más profundo dolor por la violencia que viven las mujeres en el mundo.

Amanda Durán nació en Chile, en 1982. Es escritora y artista visual chilena. Su obra ha sido publicada en Perú, España, Chile, Uruguay y Argentina. Participando, además, de antologías en Suecia, Francia, Guatemala, México y Canadá. Sus libros son Zona primavera; Ovulada, libro publicado en Chile (MAGO Editores); España (Amargord Ediciones); y Perú (Altazor Ediciones); Antro, misa para señoritas, presentado en Uruguay (La Propia Cartonera), Argentina (Árbolanimal) y Chile (Ediciones Colectivas Periféricas); La Belleza, España (Amargord Ediciones), y finalmente Nudo en Chile (MAGO Editores) que reúne extractos de sus últimos tres libros.

¿Quién es Amanda Durán?
Soy una poeta construida con el amor de un abuelo que me enseñó poesía desde los ocho años, para rescatarme de la tristeza y fue el mejor regalo que pudieron haberme dado. Mi primer libro se publicó a los 12 años y he tenido la suerte de estar muy bien acompañada por escritores que admiro, que me han dado el apoyo, como N. Parra, que prologó mi primer libro; de ahí en adelante, mis otros maestros Patricio Manns y Raúl Zurita.

¿Cuál fue esa tristeza de la que la poesía logró rescatarla?
Las tristezas de los tiempos, la herida de la familia disfuncional, que es una herida transversal en este momento para todos los seres humanos y en algunos casos se soporta más y en otros menos. Tiene que ver justamente con esa ausencia del amor nutricional, que olvida a veces escuchar la voz de los  niños y de las mujeres. Mis padres se separaron y no iban a vivir conmigo. Eso a los ocho años me provocó una depresión, de la que me rescató sólo la poesía. De ahí en adelante, la poesía ha sido mi bastón para la vida.

¿Cómo fue la experiencia de escribir el primer libro siendo tan joven?
Era como un juego, como para un niño jugar lucha o dibujar, para mí era dibujar historias con las palabras. Mi abuelo me regaló el concepto de la licencia poética, que es que en el papel y gracias al lápiz tienes un universo ilimitado y permiso para decir lo que quieras, transformar las palabras en lo que quieras y mezclar el lenguaje como quieras.  En el libro hay poemas desde los 8 hasta los 12, no tiene una temática esencial, pero básicamente es una niña jugando con varios conceptos, las alas de los ángeles, la familia y los niños.

¿Qué fue lo que marcó el proceso de convertirse en poeta desde tan temprana edad?
Lo que más me marcó fue tener la posibilidad de relacionarme con grandes poetas. Desde muy niña haber sido invitada a lecturas, encuentros y poder conocer un tipo de escritura que en el colegio no enseñaban y eso me explotó la cabeza. Desde niña tengo la noción de que la poesía es un derecho humano y que, lamentablemente, no está considerada en las mallas pedagógicas. Se nos enseñan ciertos poetas en cada país, ciertos poetas extranjeros, algunos nacionales, pero no se nos muestra esta gran variedad de voces y esta capacidad de esa licencia poética, que para un niño puede transformar la vida. La palabra es lo primero que utilizamos para comunicarnos y cuando aprendemos a hablar tendemos un puente con el otro y ese puente puede manifestar nuestro interior de un modo que sabemos manejar todos los seres humanos en nuestros lenguajes e idiomas.

¿Cómo describe su poesía?
Mi poesía es muy confesional, me relacioné con la poesía desde lo íntimo, desde la libertad absoluta de poder decir todo lo que yo sintiera. Finalmente fue mi puente para decir todo lo que no estaba diciendo en la vida. Por eso también la rescató como mi gran salvavidas. Mis libros fueron mis gritos de auxilio en distintos momentos mi vida. La Ovulada tiene mucho que ver con esta maternidad violenta, una relación abusiva, esta relación con el padre maltratador y la pareja en la que se convierte. En Antro, veo a otras mujeres vivir sus propias luchas y sus propias experiencias de las heridas que va cargando. En esa época mi mejor amiga fue asesinada por su pareja en Suecia, eso me afectó profundamente. Luego viene el libro siguiente, La Belleza, en el que me relaciono con la muerte de mi madre, reconciliándome con esa idea, porque todo se relaciona, mi madre también fue víctima de violencia machista y fue asesinada. En ese libro decidí enfrentarlo, no con rabia, sino asumir la belleza de quién había sido mi madre, la belleza de su partida y la belleza que tiene el dolor también. Zurita es un poeta chileno a quién admiro mucho y dice que «el poeta es aquel que viene del paraíso, que en su dolor de no tenerlo responde con poesía. La poesía, incluso la más triste, no está contando esa experiencia del paraíso. Todos mis libros tienen un proceso muy orgánico, muy real.

¿Cómo ha sido el recorrido de las mujeres poetas en el mundo?
Tenemos una larga historia de mujeres poetas maravillosas que lamentablemente tuvieron finales bien tristes y trágicos a nivel mundial. La mayoría de las mujeres, la misma Gabriela Mistral, la poeta chilena, que si bien no se suicidó terminó autoexiliada, viviendo sola, en un país lejano, siendo descartada por sus pares masculinos en Chile, siendo que ganó el Nobel. Nuestra misión como poetas es sobrevivir para entregarle esa posta a las que vienen, de que de poesía no se muere. Justamente la poesía para la mujer ha sido tan peligrosa, porque se ha relacionado con la escritura desde el diario de vida, muy íntimo, muy secreto, muy tuyo. Es una relación muy auténtica. El hombre, en cambio, su relación ha sido desde el escrito formal, lo aceptado por la sociedad como la palabra auténtica, científica, por tanto está más desde lo de afuera, tiene un tema muy diferente a la poesía de las mujeres que viene con una historia espiritual de autorrescate, esa poesía confesional que refleja la vulnerabilidad, que muy pocos quieren aceptar. Debemos apoyarnos mucho como mujeres, escuchar las heridas que venimos a contar y cuál es el paraíso del que venimos a dar un mensaje.

¿Cómo ha sido llegar al Festival en Medellín?
Feliz. Este es un festival que todo poeta sueña experimentar y ha sido como estar en un sueño, pero consciente para llevarme todas las experiencias posibles.



en Publimetro (Colombia), 28 de julio, 2022





Fotografía original de Juan Augusto Cardona






















jueves, junio 26, 2025

«Bajo la luz…», de Amanda Durán




 
Bajo la luz: la lámpara,
el filo, el tajo del aire,
ella,
ahogada por la angustia
contenida por el muro y esa
escalera a la nada, que prometía
una vía de escape.





en La belleza, Amargord, 2017