Al
estero de aguas brillantes corría yo
cuando
su voz me alcanzaba.
Él
viene silbando por el bosque,
él
viene a sonreír junto a mí.
Qué
contenta era mi vida,
qué
contenta era mi vida.
Una
noche (de esas sin estrellas)
él
viajó a un lugar nuevo
y
mi cántaro encontró su lugar
en
el fondo del estero.
Ya
no quiero adornar mi caballo,
ya
no quiero cantar cuando el sol
aparezca
en la mañana.
Iré
a la montaña a esconderme,
para
que nadie me mire,
para
que nadie me mire.
en 20 poetas mapuches contemporáneos, 2003
2 comentarios:
muy lindo.
Muy tierno y fuerte a la vez.
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