viernes, agosto 29, 2025

«Canta (por lo que queda del desierto)», de Tariq Luthun

Versión de Juan Carlos Villavicencio




no sé quiénes son, pero
dicen que si quieres
cantar,
cantes. si quieres bailar,
demuéstrenmelo. el mundo de cuerpos 
oscuros del que vengo no

sabe cómo nombrar
a estos desesperados pies que se arrastran
             por nada.
                         más
que la inalterable
percusión de la vergüenza, me mantengo

firme en este foco
de reverberación. no confío
en tus manos más de lo que
                          confío en el
              reloj que mi tío
me trajo de regalo desde la pa-

tria. ¿alguna vez has pasado
tus manos alrededor del tronco
de un olivo? venimos
del mismo
lugar. mi padre me habla
de nuestro viejo país, y no pregunto
adónde fueron las canciones,
cuándo fuimos abandonados
              sólo con versos 
                         cantados a viva voz 
a Dios. no he visto
a mis primos en 10 años, pero vi

una nación que quiere ser dueña de mi nación
soltar un puño en una kufiya y llamar
a mi país «moda» — esta es la piel
que conozco. y he aprendido
que ellos y otros como
ellos son de los que se roban

todos los escalones antes de la tumba; dando pie
a toda alegría, a ninguna 
penas. sé que no lo 
guardarás, pero si 
te cuento un secreto
             ¿me lo vas

                         creer?
bailé a lo largo del espinazo de la orilla,
me construí desde la arena
hasta que el océano
                                vino por mí.
                    me rendí con las olas,
cogí estas manos levantadas
y pregunté: ¿qué es el sol
sino sólo la yema
de la luna? o mejor dicho, ¿qué soy
en la oscuridad sino sólo
              una forma de 

                        llegar a ti?
los oí decir que mi gente era
mala, pero no podemos ser
tan malos si
mamá todavía me deja entrar
después del amanecer — el resentido desastre 

de mi orgullo endurecido en esta
vestimenta, ella riéndose amablemente por
lo que queda de mí.
¿sabes cómo aprendí 
a cantar? recé;
este paciente atuendo

gravó versos a fuego en mi carne.
me perdí a mí mismo. hice
esto hasta que olvidé
              lo que significaban los gritos.
                            vi cómo
                                       salían

del coro
de una sola boca. y aún así,
pregunté, aún así
                          Dios no me detuvo,
                no cantó
ni una sola palabra

















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