Buenos días, dolor,
voz y tinta para escribir
algunos fragmentos del sueño
que dejó la almohada;
pero olvidé abrazarlos y el collar de los sueños
se deshizo a la deriva de la realidad.
Una tierra salvaje
abre sus grandes fauces
y maravilla huir hacia la lucidez
a la hora de enfrentar el dolor.
El brazo de aquel río se hunde sigilosamente
y se asoma la ansiedad
al separarme de él.
La orilla de la mañana
nos parecía del color de la sangre;
una nube
duerme adolorida encima de nosotros.
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