Es de madrugada cuando, tiritando,
me siento en mi estudio.
De súbito, pienso en el ermitaño
allende los montes;
Lo imagino juntando leña
en los hondos barrancos,
junto a algún río del cerro
Regresando luego a su choza
para cocinar en su fogón de piedra.
Pienso que sería un placer
llevarle una calabaza de vino
Para alimentarlo en este día
húmedo y ventoso;
Pero las hojas caídas cubrirán sin duda,
las faldas del cerro.
¿Cómo haría para hallar la senda?
en Poetas chinos de la dinastía T’ang, 1977
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