jueves, noviembre 30, 2023

«Elegía a los mártires», de Salma Khadra Jayyusi

Versión de Juan Carlos Villavicencio






Sé que murieron «para que la patria pueda vivir»,
Nuestra patria, la tierra de los asesinados, este campo hundido en sangre;
Sé que la libertad es roja, y este su precio,
Su increíble precio, todo empapado de suspiros;
Lo sé… pero el dolor en lo más profundo de mi corazón no lo sabe.
Lloro por cada ojo que perdió la luz,
Por cada espíritu que exhaló su último suspiro.

Recuerda,
Oh caudal de riqueza abundante y fértil,
Oh tierra de perlas y esmeraldas,
Donde las minas de turquesa fluyen en los cauces de los ríos,
Y las perlas de la luz de la luna se bañan en el frescor de la noche,
Oh tesoro de amarillo polvo dorado,
Oh cascada de diamantes a la luz de la mañana,
Recuerda–
El rubí es su joya más preciosa,
Recuerda–
La temporada de renacer es su época de mayor de orgullo,
Con sus miles de luminosas primaveras 
Que una vez perdieron, en un instante, el lustre de la vida,
Sus miles de manos dadivosas,
Y su generoso regalo, una vez congelado por la nieve de la muerte,
Y recuerda–
El río de sangre es tu más preciado río,
Fluyó de las venas de tus hijos –generaciones sacrificadas–
Y en tu suelo bondadoso y perfumado se desvanecieron y se disolvieron
Quienes una vez repartieron vida dondequiera que fueran.
Cada uno iría ebrio en su camino
De juventud fresca, de esperanza verde, de deseo,
Algunos ajenos al mundo, otros obsesionados en el amor,
Algunos plantando las semillas del bien,
Otros cosechando, con flores y canciones,
Y algunos conspirando para arrancar frutas de los labios rojos…
Ellos fueron hombres como los demás,
En su debilidad y determinación, en su nostalgia,
En su esperanza múltiple, en el anhelo doloroso,
Entonces… cuando la leyenda del mal destrozó su sueño,
Y una pregunta los desafió, con su eco, severo y abrupto:
«¿Será la justicia y la muerte del mal, o la ambición la enterrada viva?
¿Una vida en la sumisión o en la negativa obstinada?»
Tomaron su decisión, y las tumbas vacías 
Se llenaron
De juventud fresca, de esperanza verde, de deseo
De una vida libre ofrecida sin reservas,
Desbordando el oscuro pozo de cada tumba.

Así murieron, y otros aún siguen en su camino.
Su sueño es un destino ineludible, ¡una generación sacrificada!
Un febril escalofrío inunda mi corazón, y en mis ojos brota
Una lágrima de pena y un destello de amor propio.



















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