Gorriones
que alimentan a sus crías. Pasar por un sitio donde hay niños jugando. Dormir
en un aposento donde ha ardido un fino incienso. Comprobar que el elegante
espejo chino de una se ha tornado un tanto borroso. Ver a un apuesto caballero
que detiene su carruaje ante la puerta de una e instruye a sus servidores que
anuncien su arribo. Lavarse el cabello, asearse y acicalarse y vestir ropajes
perfumados; incluso si nadie ha de ver a una, estos preparativos producen un
placer interior.
Es
de noche y se ha estado a la espera de un visitante. De pronto una se
sobresalta por el ruido de gotas de lluvia, que el viento arroja contra las
persianas.
en El libro de la almohada, año 1000
(aproximadamente)
Dibujo
de Kikuchi Yosai
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