Por
la fisura triste
de
una población ubicada al sur
con
casas de cartón
levantadas
en ciénagas encantadas.
Lugar
perdido, relegado, despoblado, censurado,
donde
aún cuelgan pancartas teñidas de rojo,
celadas
cuidadosamente por progenitores viejos y pobres.
Sus
calles terminan en bares, viñas o surcos.
No
hay plazas,
los
niños juegan con animales muertos.
Las
semillas se pudren sobre un suelo ácido, yermo.
Las
escuelas son ciegas y la tiza yace en suelas de zapatos.
No
pregunten por ese lugar
no
pronuncien o intenten ubicarlo.
Es
mejor para los sueños
creer
que una porción de Chile
ha
sido inundada,
rasgada
por algún lápiz demográfico
en Antología Buena letra, 2012
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