No tengo nombre,
Soy como la fresca brisa de los montes;
No tengo asilo,
Soy como las aguas sin abrigo;
No tengo santuarios cual los dioses misteriosos,
Ni estoy en la sombra de los templos solemnes;
No tengo sagradas escrituras,
Ni estoy sazonado en la tradición.
No estoy en el incienso
Que sube a los altares,
Ni en la pompa de las grandes ceremonias;
Tampoco estoy en la dorada imagen,
Ni en el sonoro canto de una voz melodiosa.
No estoy limitado por teorías,
Ni corrompido por creencias;
No soy esclavo de las religiones,
Ni de la pía asistencia
De sus sacerdotes;
No soy engañado por filosofías,
Ni el poder de sus sectas me da nombre.
No soy humilde ni conspicuo,
Ni apacible, ni violento;
Yo soy el Adorador y el Adorado,
Yo soy libre.
Mi canción es la canción del río
En su anhelo por los mares inmensos
Divagando, divagando.
¡Yo soy la Vida!
Soy como la fresca brisa de los montes;
No tengo asilo,
Soy como las aguas sin abrigo;
No tengo santuarios cual los dioses misteriosos,
Ni estoy en la sombra de los templos solemnes;
No tengo sagradas escrituras,
Ni estoy sazonado en la tradición.
No estoy en el incienso
Que sube a los altares,
Ni en la pompa de las grandes ceremonias;
Tampoco estoy en la dorada imagen,
Ni en el sonoro canto de una voz melodiosa.
No estoy limitado por teorías,
Ni corrompido por creencias;
No soy esclavo de las religiones,
Ni de la pía asistencia
De sus sacerdotes;
No soy engañado por filosofías,
Ni el poder de sus sectas me da nombre.
No soy humilde ni conspicuo,
Ni apacible, ni violento;
Yo soy el Adorador y el Adorado,
Yo soy libre.
Mi canción es la canción del río
En su anhelo por los mares inmensos
Divagando, divagando.
¡Yo soy la Vida!
Parte del facsímil publicado por la Revista de la Estrella,
con el nombre de “Un canto a la vida”, en 1932.
con el nombre de “Un canto a la vida”, en 1932.
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