Varios gauchos en la pulpería conversan sobre temas de escritura y de fonética. El santiagueño Albarracín no sabe leer ni escribir, pero supone que la palabra trara[1] no puede escribirse. Crisanto Cabrera, también analfabeto, sostiene que todo lo que se habla puede ser escrito. -Pago la copa para todos -le dice el santiagueño- si escribe trara. -Se la juego -contesta Cabrera; saca el cuchillo y con la punta traza unos garabatos en el piso de tierra. De atrás se asoma el viejo Álvarez, mira el suelo y sentencia: -Clarito, trara.
en Cincuenta años en Gorchs.
Medio siglo en campos de Buenos Aires, 1911.
Medio siglo en campos de Buenos Aires, 1911.
[1] Trara: trípode de hierro para la pava del mate.
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