Deja de llover sobre mi cabeza
y el aire tiene un olor tibio
que conozco.
Olor a luz, a madera e incienso.
Olor a madrugada
en un monasterio.
Tirado y con los codos en la arena
escucho todas las primeras misas
del mundo
que se rezan por mi alma.
en Humanae Vitae mia, 1969
No hay comentarios.:
Publicar un comentario