Lustro la imagen de un bronce, vacío
bruño su forma de vientre y espejo.
Es bruma la certeza del estío,
lluvia viene y va tras su reflejo.
Ojos ciegos, ven por mí siendo de oro,
busco un brillo, oigo un río, un barullo.
Lustro y bruño el sonido que no intuyo,
mudo, cojo, cierto e incoloro.
Llamaradas de esta penumbra aviva
un viento que con mis cabellos teje
cual si fuera un lento y preciso escriba
el amor, la luz siempre adherida
a puerta que jamás cierra su eje.
Entra, ven a ver si ves tu vida.
Inédito, 2009
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