que, hoy hace un año, en esta misma loma
lleno de angustia venía a contemplarte:
y tú entonces pendías sobre el bosque
como ahora haces, que todo lo iluminas.
Mas nebuloso y trémulo del llanto
que en mis ojos surgía, a mis pupilas
tu rostro se mostraba, pues doliente
la vida mía era y nunca cambia,
oh mi dilecta luna. Mas me alivia
el recordar y el calcular los días
de esa mi pena. ¡Ay, y cuán placentero
en la edad juvenil, que largo curso
da a la esperanza y breve a la memoria,
el remembrar de las pasadas cosas,
aunque sea triste, aunque la angustia dure!
en Cantos, Ediciones Cátedra, 1998
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