viernes, agosto 30, 2024

«Du Maurier», de Carlos Cardani Parra

Dos fragmentos



 
Día 4 (b)


Un hotel es una historia fragmentada. Los personajes entran sin previo aviso o se van sin dejar señal de ruta, Entonces no es necesario hacer una trama. Hilvanar cada diálogo o escena con la siguiente es inútil. Apenas podría numerar los que han entrado aquí en el libro de registro de pasajeros. Un reparto donde no se sabe cuál es el personaje principal. Y es que así deben funcionar las cosas. Una puerta cerrada no es sólo un espacio de privacidad. Es un corte entre una historia y otra. Una censura, una hoja arrancada, la parte del cuento que no se nos quiere contar. Pero al final todos estos trozos de historias se funden bajo la palabra hotel. Este hotel es un crisol.





Día 71


Ayer me visitó una amiga que es antigua vecina del barrio. Ella me contaba de las cientos de veces había pasado por aquí, sin saber que este es el hotel donde yo trabajo. Me dijo que el viejo ferretero que siempre está fumando es español y tiene un humor detestable, que cuando su pareja quiso buscarle conversa él no le dio ni la hora. Que los colombianos de la esquina antes tenían un almacén pequeño y que les ha ido tan bien en el negocio, que ya tienen otro a dos cuadras. Que donde ahora hay un salón de belleza antes había un café donde nunca había más de cuatro pelagatos. Yo le hablé de las cosas del barrio que ella no sabía, como la oficina de cobranzas atendida por ciegos o de los galgos que viven en el edificio de al frente. Ella me contó de vuelta que en ese departamento que está en calle Tucapel, siempre ha vivido su pareja. Lo ha hecho por tanto tiempo como para haber visto pasar los Hawker Hunter en el ir y venir sobre La Moneda. Entonces ellos dos si pueden decir que este es un buen barrio, que ha tenido cambios de uno u otro negocio, un lugar de paso que no cambia por quienes lo transitan.




Publicado por Editorial Cuneta, 2016




















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