Llegó a la medianoche, cuya sombra
era igual que su pelo o que azabache.
Copas de vino puro me tendía,
que daban aromático perfume.
Otro nuevo licor vino a añadirse,
prensado por sus ojos, por sus dientes.
Me embriagué tres veces: de su copa,
de su saliva y de sus ojos negros.
en
Poesías, 1956
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