La parte difícil del amor
es ser lo suficientemente egoísta,
es tener la ciega persistencia
de amargar una vida
por tu propio beneficio.
Qué mejilla hay que poner.
Y ahora el lado desinteresado:
¿cómo puedes sentirte satisfecho
si pones al otro por delante
y sales perdiendo?
Mi vida es para mí.
Ignora además la gravedad.
Pero, noble o cruel,
el amor nos sienta bien a casi todos.
Sólo el que sangra encontró egoísta
esta vuelta equivocada,
el que siempre es rechazado
y puede irse a la cresta.
en Decepciones, Editorial UV, 2013
Traducción de Bruno Cuneo, Cristóbal Joannon y Enrique Winter
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