El largo de roble de Harald
yace aquí, al borde del acantilado,
asentado en la tierra.
Ciertamente, la razón
rara vez olvida la tumba,
mientras el roble permanece
firme, incólume frente a las
grandes palabras y las
memorias visibles, frente
al tiempo que vela, previene
y repara cada una de sus hojas.
Háblame de las calles
y de la noche
submarina, que mece
allá abajo su cielo.
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