Esta
tarde de lluvia amodorrada i lenta
Se
me ha caído al alma como una maldición,
Hai
en todas las cosas un aire de tormenta,
Algo
que se presiente i ahoga de emoción.
I
pienso en esa noche en que al volver una esquina
Me
cayeron encima dos fuertes campanadas,
Campanadas
que injurian en su lengua broncina,
Que
parecen anuncios, que son como pedradas.
Esta
tarde ojerosa con alma de cartujo
Me
tortura, me inquieta, me tiene incomodado.
Esta
tarde nublada, sin bullicio, sin lujo,
Con
tristeza, con ese albo cielo esmerilado.
El
farol de la calle ¡qué afán de molestar!
Petrificado
en esa completa rijidez,
Cuando
salgo parece me fuera a saludar
Con
su cachimba roja, con su facha de ingles.
Esta
tarde me enferma, me enloquece,
Esta
tarde me hastía; yo no sé lo que tiene.
No
sé si son recuerdos que resurjen; parece
Que
en mi cerebro hai alguien que de mui lejos viene.
En
la estufa de leña las llamas piruetean
I
dan saltos clownescos i se acuestan un rato.
Las
sombras ambarinas se alargan, fantasean
I
alcanzan a lamerme con lamidos de gato.
Hai
en todas las cosas como un barniz de alvidrio,
I
en la quietud tremenda de todas esas cosas
Van
cayendo las horas silenciosas
Como
las gotas de agua por un vidrio.
en La gruta del silencio, 1913
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