domingo, marzo 17, 2013

"Kubla Khan", de Samuel Taylor Coleridge

© Traducción de Juan Carlos Villavicencio




En Xanadú Kubla Khan decretó
La construcción de una majestuosa cúpula de placer:
Ahí el Alfa, el río sagrado, fluía
A través de cavernas inconmensurables para el hombre
Hacia un mar sin sol.

Así dos veces cinco millas de tierra fértil
Con muros y torres fueron cercadas.
Y habían ahí jardines que brillan con sinuosos riachuelos,
Donde florecía en abundancia el árbol que da incienso;
Y habían aquí bosques tan antiguos como las colinas
Rodeando los soleados lugares de las forestas.

¡Pero oh!, ¡ese profundo y romántico desfiladero que se inclinaba
Bajo la verde colina a través del cobertor que son los cedros!
¡Un lugar salvaje! ¡Más santo y hechizado
Que nunca bajo una luna menguante fue encantado
Por una mujer lamentándose por su demonio amante!
Y desde este desfiladero, en el que bulle una incesante agitación,
Como si esta tierra respirara espesos y rápidos jadeos,
De improviso fue forzado a brotar un poderoso manantial:
En medio de su rauda e intermitente ráfaga
Enormes fragmentos saltaron como granizo rebotando
O como pajoso grano bajo la trilladora:
Y en medio de estas rocas danzantes por una vez y para siempre
Devolvió de improviso al sagrado río.
Por cinco millas serpenteando con un movimiento laberíntico
Fluía el río sagrado a través del valle y del bosque,
Luego alcanzó las cavernas inconmensurables para el hombre
Y se hundió con estruendo en un océano sin vida:
Y en medio de este estruendo, Kubla oyó a lo lejos
Ancestrales voces profetizando la guerra.

La sombra de la cúpula de placer
Flotaba a medio camino de las olas;
Donde fue oído el mezclado compás
Del manantial y las cuevas.
Fue un milagro de raro ingenio,
Una cúpula de placer sobre cuevas de hielo.

Una damisela con un salterio
En la visión que una vez tuve:
Era una doncella de Abisinia,
Y su salterio tocaba,
Cantando sobre el Monte Abora.
Si pudiera revivir en mí
Su sinfonía y canción ,
Que tal profundo deleite me ganaría,
Que con música fuerte y sostenida
Construiría aquella cúpula en el aire,
¡Esa soleada cúpula! ¡Aquellas cuevas de hielo!
Y todos los que oyeron deberán verlas ahí,
Y todos deberán gritar: ¡Cuidado! ¡Cuidado!
¡Sus ojos destellantes, su cabello flotando!
Teje tres veces un círculo en torno a él
Y cierra tus ojos con un terror santo,
Porque él se alimentó del rocío de la miel
y bebió la leche del Paraíso.








1797












en Christabel, Kubla Khan, y Los dolores del sueño, 1816.












Kubla Khan

In Xanadu did Kubla Khan / A stately pleasure-dome decree: / Where Alph, the sacred river, ran /Through caverns measureless to man /Down to a sunless sea. // So twice five miles of fertile ground / With walls and towers were girdled round: / And there were gardens bright with sinuous rills, / Where blossomed many an incense-bearing tree; / And here were forests ancient as the hills, / Enfolding sunny spots of greenery. // But oh! that deep romantic chasm which slanted / Down the green hill athwart a cedarn cover! / A savage place! as holy and enchanted / As e'er beneath a waning moon was haunted / By woman wailing for her demon-lover! / And from this chasm, with ceaseless turmoil seething, / As if this earth in fast thick pants were breathing, / A mighty fountain momently was forced: / Amid whose swift half-intermitted burst / Huge fragments vaulted like rebounding hail, / Or chaffy grain beneath the thresher's flail: / And 'mid these dancing rocks at once and ever / It flung up momently the sacred river. / Five miles meandering with a mazy motion / Through wood and dale the sacred river ran, / Then reached the caverns measureless to man, / And sank in tumult to a lifeless ocean: / And 'mid this tumult Kubla heard from far / Ancestral voices prophesying war! // The shadow of the dome of pleasure / Floated midway on the waves; / Where was heard the mingled measure / From the fountain and the caves. / It was a miracle of rare device, / A sunny pleasure-dome with caves of ice! // A damsel with a dulcimer / In a vision once I saw: / It was an Abyssinian maid, / And on her dulcimer she played, / Singing of Mount Abora. / Could I revive within me / Her symphony and song, / To such a deep delight 'twould win me / That with music loud and long / I would build that dome in air, / That sunny dome! those caves of ice! / And all who heard should see them there, / And all should cry, Beware! Beware! / His flashing eyes, his floating hair! / Weave a circle round him thrice, / And close your eyes with holy dread, / For he on honey-dew hath fed / And drunk the milk of Paradise.










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