Cuando llueve en julio
me preocupo por el bosque de mi infancia.
Ese bosque del que no recogí
ni moras, ni murtas,
del que no traje
ni el olor de los eucaliptos,
los sorpresivos hongos.
Ese bosque de dudosa fisonomía
en el que tal vez nunca estuve
y del que trato ahora de salir,
buscando algunas marcas en los árboles,
las piedras que guiaron mi posible entrada,
temeroso de sus aviesas sombras,
empapado de lluvia,
enterrado en el lodo,
soy un árbol más.
en Graves, leves y fuera de peligro, 1987
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