Desdichado lector tuya es la mano
que puso en marcha este reloj de arena:
las sílabas ya caen grano a grano
allá abajo palpita tu condena
Estas líneas que miras ahora mismo
son columnas de arena vertical:
vas con ellas fluyendo hacia el abismo
vas goteando hacia el fondo del cristal
Ay cómo entre los versos te deslizas
Mira cuán bajo has descendido ya
De peldaño en peldaño viento pisas:
casi vacío el otro vaso está
Se te acaba la arena: no hay demora
Despídete lector: llegó tu hora
en Estrellas fijas en un cielo blanco, 1989
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