jueves, octubre 15, 2009

“Fabulilla de Dánae”, de José Lezama Lima






El omnipotente dios de la semilla
escondido entre la tierra
puede ascender la lluvia
y penetrar por las puertas más cerradas.
El oráculo anuncia, pero no pudo
servir de escudo, habla
desde las cuatro ventanas de la torre.
Los perros guardianes lamen
las puertas de bronce, arrancan
las tachuelas que como ojos
avisan el amante y su sorpresa.
Júpiter llega con la lluvia
y dilata el vientre de Dánae.
Su presencia está en la lluvia
que barre las baldosas del palacio
y muestra la avidez de la semilla.
Todos los ojos de Argos fueron burlados.
Por eso en un lluvioso paseo matinal,
podemos ver en una plaza de Florencia
el gracioso Perseo,
hijo de Júpiter oculto en una gota.






en Fragmentos a su imán, 1978











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