lunes, octubre 14, 2024

«acto fósil», de Francisco Martínez Farfán

Dos poemas



(1955-2024)

 
Y si estuve al fondo de algo que nunca supe;
y si fui sólo el declive de ciertas hojas
que respiré siempre en el estupor de algo que estaba
demasiado lejos. Y jugamos.
Soy el sobreviviente estrella. Un rostro cada día
después del sueño, todavía con la sorpresa del filamento
oportuno, del equívoco.
Pero ese sumidero, por favor, es muy pronto:
alguien está encontrado allí,
en el olor del saltamontes, donde hay un puente,
un cerdo ahogado en el lecho del río, no caer.


                                   *   *   *


Y si uno pudiera guardar esas extrañas rejas que decapitan flores
y levantara piedras para oler la humedad de lo que ha quedado,
y viera luego cómo se levanta el resplandor de un día de sombras
nítidas, de lepra que se abre en la roca para dejar escapar
un vapor resucitado.
Y si llegara otra vez ese día de sudor, ese turbio paseo
de un domingo sobre la tierra en que la hierba se inclinaba en una sola
dirección y el agua sucia abundaba y marcaba las márgenes del río
como un lomo de perro muerto, la fe de la rama
la templanza del fruto.
Si volviera, si entrara ese dedo de estaño a señalar y no pudiera creer
porque ha pasado demasiado tiempo: demasiadas palabras en la criba,
suficientes jirones que el viento meridiano del sur al fin se acerca y lanza
contra algo que no puede defenderse, algo blanco que come del miedo
aún aspirando el olor de la hierba hendida.
Y si sólo fuera esto que se repite, que se rige
por la desolación de no tener otra voz
para ser mirado, esto que sin saber fue más allá de todo límite
y no supo regresar porque había un espanto, y uno corre siempre
hacia la memoria, hacia la historia donde pueda olvidar mejor.





2010










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