Mis palabras nacen exiliadas.
Esta casa, aquí en lo alto,
otea los pliegues de mi historia.
Busco el mar,
vuelvo mi mirada al agua.
Retrocedo.
Sorbo el primer café del día.
Camino.
Entre cipreses y tulipanes,
hay estelas que repiten,
con insistencia de siglos,
todos mis nombres.
Conozco de memoria las distancias,
los cotidianos extravíos.
Por cada orilla de mi lengua
yace un imperio Inédito
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