I
Un
sombrero hecho de muerte
La
escarcha, hermana de un sollozo alegre.
La
blancura del mar y la palidez de la luz
arrebatarán
los huesos
La
ausencia de la muerte
me sonríe.
II
El
cuerpo del delito
es
el corazón de este delirio.
III
Las
leyes del sabor
asedian
la torre de la lujuria.
IV
El
alcohol de la poesía
es
el silencio difunto.
V
He
vomitado por la nariz
el
cielo telaraña
mis
enflaquecidas sienes
terminan
de adelgazarlo
Estoy
muerto
y
los lirios evaporan el agua destilada
faltan
las palabras
y,
finalmente, falto yo.
VI
Las palabras del poema, su indocilidad, su número, su insignificancia,
conservan en el corazón el instante impalpable, beso lentamente la boca de una
muerta, dejo mi aliento suspendido en lo que ya nada es.
La transparencia del ser amado, milagrosa indiferencia,
lo que extravía, extraviado en el cristal incontable de la luz: no pensar en
ello nunca más.
VII
El
relámpago mata
torna
los ojos
el
gozo borra el gozo
Borrado
cristal
de muerte helado
oh,
cristal resplandeciente
de
un fulgor que se rompe
en
las crecientes sombras
Soy
lo que no existe
abro
los dientes mezclados
de
los muertos
y
el rechinar de la luz
que
me embriaga
con
el abrazo que se ahoga
el
agua que llora
el
aire muerto
y
el alma del olvido
Mas
nada, nada veo
ya
no río
pues
a fuerza de reír
me
transparento
en Lo arcangélico y otros poemas, 1999
Traducción de Mario
Spachiaro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario