A David Preiss
En
las aguas del tiempo
yo
me busco
y
encuentro –y me encuentran-
los
cántaros de Dios,
formidables
bebedores.
Ha
llevado y traído los árboles,
ha
extendido el mantel de luz en la mesa.
No
ha sido más que él mismo
huyendo
de su cuerpo por el río,
fuego
caído al mar,
estrellas.
en Ocasión de la ceniza, 2003
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