martes, julio 02, 2013

"Confesión creativa", de Paul Klee






1. El arte no reproduce lo visible, sino que hace lo visible. La naturaleza de la gráfica conduce fácilmente –y con razón– a la abstracción. Lo esquemático y fantasioso del carácter imaginario viene dado y se manifiesta al mismo tiempo con gran precisión. Cuanto más puro es el trabajo gráfico, es decir, cuanta más importancia se da a los elementos formales en los que se basa la representación gráfica, tanto más deficiente es la preparación para la representación realista de las cosas visibles.

Los elementos formales de la gráfica son: los puntos, las energías lineales, superficiales y espaciales. Un elemento de superficie, que no se compone de sub-elementos, puede ser, por ejemplo, una energía realizada con lápiz de punta gorda, sin modulación. Un elemento espacial puede ser, por ejemplo, una mancha nebulosa, como una nube, de un pincel fuerte, generalmente con diversos grados de espesor.

2. Desarrollemos, hagamos un pequeño viaje al país de la mejor comprensión, trazando un plano topográfico. Sea la primera acción del movimiento el saltar por encima del punto muerto (línea). Después de una pequeña parada, tomar aliento (línea ininterrumpida o subdividida, en caso de repetidas paradas). Ojeamos hacia atrás para ver dónde estamos ya (contra-movimiento). En el espíritu del camino ponderar hacia acá y hacia allá (haz de líneas). Un río nos quiere entorpecer, nos servimos de una barca (movimiento ondulatorio). Más arriba se encontrará un puente (una serie de arcos). Al otro lado encontramos alguien que piensa del mismo modo, que también quiere ir hacia donde se encuentre mayor comprensión. Primero, unidos en la alegría (convergencia), después se presentan paulatinamente diferencias (trazado independiente de dos líneas). Cierta excitación de ambos (expresión, dinámica y psiquis de la línea).

Atravesamos un campo arado (superficie cruzada por líneas), después un espeso bosque. Se pierde, busca y describe incluso el clásico movimiento del perro corriendo. Ya tampoco me encuentro completamente fresco; sobre los nuevos alrededores del río hay niebla (elemento espacial). Sin embargo, pronto se aclara. Cesteros vuelven a casa con sus carros (la rueda). Junto con ellos, un niño con rizos muy alegres (movimiento helicoidal). Más tarde el ambiente se hace bochornoso y cae la noche (elemento espacial). Un relámpago en el horizonte (la línea de zigzag). Sobre nosotros, además, dos estrellas (la siembra de puntos).

Pronto alcanzamos nuestro primer alojamiento. Antes de dormirnos, varias cosas reaparecerán como recuerdo, porque un viaje tan corto como éste es muy rico en impresiones.

Las más diversas líneas. Manchas. Salpicados. Superficies. Superficies salpicadas, plumeadas. Movimiento ondulatorio. Movimiento obstaculizado, articulado. Contra-movimiento. Trenzado, tejido. Muros, escamas. Armonía. Polifonía. Línea que se pierde, se refuerza (dinámica).

¡La alegre proporción del primer recorrido, después las inhibiciones, los nervios! Tiemblo contenido, lisonjear de unos aires alentadores. Antes de la tormenta, ¡el asalto de los tábanos! La furia, la matanza. La causa justa como hilo conductor, incluso en la espesura y en el crepúsculo. El relámpago advirtió aquella curva febril. De un niño enfermo. En aquel tiempo.

3. He enumerado elementos de la representación gráfica que visiblemente deben formar parte de la obra. Esto no quiere decir que una obra deba componerse meramente de elementos. Los elementos deben producir formas, pero sin sacrificarse por ello. Conservándose a sí mismo.

Generalmente se requiere una combinación de varios elementos para construir la forma o los objetos u otras cosas de segundo grado. Superficies de líneas, que se relacionan entre sí (por ejemplo, la vista de una corriente de agua) o estructuras espaciales de energías con relaciones de tercera dimensión (peces revueltos y nadando en todas las direcciones).

Mediante este enriquecimiento de la sinfonía formal aumentan indefinidamente las posibilidades de variación y, en consecuencia, las posibilidades ideales de expresión.

Al comienzo, tal vez esté la acción, pero por encima de ella se halla la idea. Y como lo infinito no tiene ningún comienzo determinado, sino que carece de principio, de modo similar a un círculo, la idea puede ser considerada como lo primario. Al principio estaba la palabra, traduce Lutero.

4. El movimiento es la base de todo devenir. En el «Laocoonte» de Lessing, en el que en una ocasión malgastamos juveniles esfuerzos del pensamiento, se da mucha importancia a la diferencia entre arte temporal y arte espacial. Y examinándolo más detenidamente, resulta que no es sino una manía erudita; pues también el espacio es un concepto temporal.

Que un punto se convierte en movimiento y en línea, exige tiempo. Igualmente que una línea se traslada para convertirse en superficie. Asimismo, el movimiento de las superficies las convierte en espacios.

¿Es que acaso la obra plástica nace de golpe? No, se construye pieza por pieza, del mismo
modo que una casa.

Y el espectador, ¿acaba de golpe con la obra? (desgraciadamente, muchas veces, sí).

¿No dijo Feuerbach que para la comprensión de un cuadro se necesita una silla? ¿Para qué la silla? Para que el cansancio de las piernas no estorbe la mente. Las piernas se cansan si se está de pie mucho tiempo. Por consiguiente, espacio libre: tiempo. Carácter: movimiento. Intemporal sólo es el punto en sí, muerto. También en el universo, el movimiento es lo dado. La calma en la tierra es la inhibición arbitraria de la materia. Adherirse a lo primario es un engaño.

La génesis de la «escritura» es una buena parábola del movimiento. También la obra artística es ante todo génesis; nunca se la experimenta puramente como producto.

Un cierto fuego, al nacer, se levanta, se transmite por la mano, fluye a la tabla y sobre la tabla salta como una chispa, cerrando el círculo, de donde había venido: retorna al interior del ojo, y más allá. La actividad esencial del espectador es también de carácter temporal. El ojo está organizado de modo que la imagen, parte por parte, es conducida hasta el nervio óptico, y para ajustarse a una nueva pieza, ha de dejar la anterior. Una vez que termina de mirar, se va; como el artista. Cuando lo estime provechoso, vuelve; como el artista.

Para el ojo del espectador se establecen diferentes caminos para la comprensión de la obra artística (en la música, canales conductores para el oído –eso lo sabe cualquiera–, y en el drama, ambos para ambos). La obra plástica surge del movimiento, ella misma es movimiento (los de los músculos del ojo).

5. Antes se describían cosas que se veían en la tierra, que se veían con agrado o que se deseaban ver. Ahora se pone de manifiesto la relatividad de las cosas visibles, y con ello se expresa la creencia de que lo visible es, comparado con la totalidad del mundo, sólo un ejemplo aislado, y que otras verdades están latentes en la mayoría de las cosas. Las cosas aparecen en un sentido más amplio y más variado, a menudo contradiciendo aparentemente la experiencia racional del ayer. Se tiende a convertir lo accidental en sustancial.

La inclusión de categorías como bueno-malo crea una espera ética. Lo malo no debe ser un enemigo triunfante o humillante, sino una fuerza que participa en la creación del todo. Factor simultáneo de la generación y del desarrollo. Una simultaneidad de lo genuinamente masculino (malo, excitante, apasionado) y de lo genuinamente femenino (bueno, creciente, tranquilo), como un estado de estabilidad ética.

A esto corresponde la fusión de la forma, del movimiento y de los contra-movimientos, o de los contrastes objetivos más sencillos (en colores: empleo de contrastes descompuestos de colores, como hace Delaunay). Cualquier energía exige un complemento, para realizar un estado que se halla por encima del juego de fuerzas y que descanse en sí mismo. Partiendo de elementos formales abstractos y fusionándolos para crear seres concretos u objetos abstractos, como números y letras, al final se crea un cosmos formal que es tan semejante a la gran creación, que basta con un aliento para convertir la expresión de lo religioso –la religión– en un hecho.

6. Un par de ejemplos: el hombre de la edad antigua, como barquero en su barco, disfrutando plenamente, y apreciando la comodidad sensual de sus aparejos. A eso corresponde la representación de los antiguos. Ahora, lo que experimenta un hombre moderno al caminar sobre la cubierta de su vapor: 1º su propio movimiento; 2º la marcha del barco, que puede ser en dirección contraria, 3º la dirección del movimiento y la velocidad de la corriente, 4º la rotación de la tierra, 5º su órbita, 6º las órbitas de la luna y las estrellas a su alrededor.

Resultado: un sistema de movimientos en el universo, como centro está el Yo en el vapor.

Un manzano floreciente, sus raíces, su savia subiendo, su tronco, su sección transversal con las cortezas anuales, su florecimiento, su construcción, sus funciones sexuales, el fruto, su corazón con los núcleos. Un sistema de estados de crecimiento.

Un hombre durmiendo, la circulación de su sangre, la mesurada respiración de sus pulmones, la sensible función de los riñones, en la cabeza un mundo de sueños, relacionado con las fuerzas del destino. Un sistema de funciones unidas al reposo.

7. El arte es como una metáfora de la creación. En cada caso es un ejemplo, así como lo terrenal es un ejemplo cósmico.

La liberación de los elementos, su agrupación en secciones compuestas, la desintegración y la reconstrucción, en varias partes a la vez, para formar un conjunto, la polifonía plástica, la instauración de la tranquilidad por medio de un balance de los movimientos, todas estas cosas son elevadas cuestiones de forma, decisivas para la sabiduría formal pero todavía no son arte en el círculo más alto. En el círculo más alto, detrás de la ambigüedad, se halla un último secreto, y la luz del intelecto se apaga miserablemente.

Todavía se puede hablar racionalmente sobre el efecto y sobre la salvación que el arte ejerce de esta manera: por el hecho de que la fantasía, animada por estímulos prestados del instinto, nos aparenta estados, que de alguna manera alientan y estimulan más que los terrenales universalmente conocidos o los sobrenaturales conscientes.

Para que los símbolos conforten el espíritu, para que éste vea que para él no existe sólo una posibilidad de lo terrenal con sus eventuales gradaciones. Que está reinando la seriedad ética, pero a la vez las risas sofocadas sobre doctores y clérigos. Pues una realidad graduada tampoco puede servir permanentemente.

El arte juega un juego ignorante con las últimas cosas; ¡y, no obstante, lo consigue!

¡Ánimo, hombre! Aprecia estas jiras campestres para cambiar por una vez el punto de vista, como el aire, y verte trasladado a un mundo que te distrae y fortalece para el inevitable regreso al quehacer cotidiano. Más todavía, te ayuda a conseguir desprenderte de la envoltura y sentirte dios durante algunos momentos. Volver a esperar con gozo el final de la jornada, cuando el alma vaya a la mesa, a nutrir sus nervios hambrientos, a llenar con nueva savia sus vasos extenuados.

Déjate llevar a este mar fortificante, sobre el ancho río, y también sobre deliciosos arroyos, como la gráfica aforística llena de ramificaciones.








en Tribüne der Kunst und Zeit, Berlín, 1920


















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