domingo, junio 23, 2013

“Salmo suicida”, de Pedro Montealegre










Lanza al aire tus esferas del escándalo. Se ríe de sí mismo cuando explotan en la nada y se vuelven nueces o pájaros nocturnos. Sus ojos ladran como un perro enfermo; sus manos son dos hechiceros sobre el fuego; su voz no existe; su cuerpo repta como un galápago a la espuma. Helo aquí, saltando hacia la hoguera: hierve su saliva como un pez sobre el salar; cruje su diafragma con sonido de viento. El arlequín, el arlequín está abierto. Aún sonríe, de cara al polvo, entre tus esferas apagadas.



en Santos subrogantes, 1999














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